En las últimas semanas he sido aquejado por esa forma concreta de pereza mental tan común que todos llaman falta de tiempo. O quizás podría hablar de ciertas dosis de indolencia, falta de inspiración –otra excusa con la que nos regalamos frecuentemente- ó, simplemente, y como diría mi analista, que la cocina alquímica está trabajando y, por tanto, precisa de toda su energía para llevar el proceso a buen término, lo cual se puede traducir –esperemos- en una fuente inagotable de nuevos y originales posts. Mientras tanto vuelvo, como en muchas de los últimas entradas, con un nuevo homenaje póstumo. En esta ocasión a un extraordinario pianista como fue Oscar Peterson. Toda su bonhomía y humanidad se hallan presentes en su música. Peterson fue algo así como una sabia combinación de Erroll Garner y Sviatoslav Richter, artistas todos ellos que derramaban música por los cuatro costados.
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