Vistas de página en total
Mostrando entradas con la etiqueta Intuición. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Intuición. Mostrar todas las entradas
miércoles, 4 de noviembre de 2015
Penumbra
Cuando somos incapaces de recordar un nombre y, en cambio, estamos seguros de saber la letra por la que comienza, tenemos una fuerte intuición sobre las vocales que contiene, conocemos incluso el número de sílabas, se dice que padecemos un bloqueo. Es una situación difícil de describir porque contiene elementos conscientes y elementos aparentemente olvidados. No recordamos el nombre pero sí su aroma, su gusto. Y cuanto más forzamos el mecanismo de la memoria más elusivo se nos hace aquello que buscamos y que, aun teniéndolo enfrente, no acertamos a ver. Si dejamos de esforzarnos en recordar (esfuerzo que suele resultar patéticamente vano) normalmente sucede que, al cabo de cierto lapso de tiempo más o menos largo, el nombre aparece ante nuestras narices, como el residuo de una actividad que ya habíamos olvidado. En efecto, si lo que queremos de verdad es recordar el nombre basta con dejar de pensar en el tema y esperar a que la naturaleza tenga a bien obrar. Pero si lo que queremos es otra cosa vale la pena insistir en la penosa evocación. Este acto nos mantiene en la zona incierta e inestable de la que bebe la poesía. Es una zona de nadie, limítrofe entre aguas diversas. Por un lado las aguas de la fantasía que nos empujan hacia un mar de variopintas posibilidades. Por otro lado las aguas de la intuición que nos atraen de forma misteriosa hacia una orilla soñada. Se me dirá que todo esto no es más que un movimiento de información neuronal guiada por transmisores químicos pero esta es solo la parte fisiológico-mecanística de la cuestión. Igual que la azulidad. El color azul es el que corresponde a la zona del espectro electromagnético de longitudes de onda entre 450 y 495 nm. Pero la azulidad es el resultado consciente de esa percepción, y no puede existir -al revés que la luz entre 450 y 495 nm- fuera de la conciencia. En fin, he aquí de nuevo el viejo problema de Berkeley, Hume y Descartes.....
miércoles, 2 de mayo de 2012
Adivinaciones
La adivinación es una práctica (podría decirse un arte) que se remonta a las épocas tempranas de la humanidad. Hoy en día, a la luz de nuestras capacidades racionales, tendemos a decir que la adivinación constituye una especie de fraude ó engaño dirigido a la gente de pocas luces. La práctica de la adivinación, sin embargo, ha ocupado un lugar prominente en el seno de civilizaciones cultas y refinadas. El famoso I Ching, o Libro de las Mutaciones, que constituye uno de los pilares de la cultura china tradicional, ha sido históricamente utilizado como texto de consulta y autoreflexión (como un libro de autoayuda, diríamos ahora, pero de una índole más seria de lo que bajo este epígrafe se suele encontrar en nuestras librerías). ¿Dónde está el problema? Una vez más, en nuestra confusión de términos. Es absurdo utilizar la adivinación para predecir hechos pertenecientes a un futuro objetivo. La adivinación únicamente cobra sentido cuando existe por parte nuestra una implicación emocional interna en primera persona; es decir, únicamente puede servir de reflejo de nuestras interioridades, especialmente las que albergamos de forma inconsciente. De ahí se deriva la frase tan utilizada de que la adivinación solamente funciona para aquel que crea en ella. El proceso, además, es personal e intransferible, como las formas que las nubes nos ofrecen a cada uno de nosotros en particular. Y extraer gemas del inconsciente forma parte de nuestro proceso de crecimiento.
lunes, 13 de julio de 2009
Intuición

La intuición, función psicológica que Jung situaba al mismo nivel que el raciocinio, la sensación y el sentimiento, es, sin embargo, la más difícil de definir de las cuatro. Normalmente hablamos de razonamientos intuitivos ó no intuitivos atendiendo a la naturalidad con que se adaptan a los patrones que utilizamos para tejer nuestro discurso lógico y, de alguna manera, asociamos el carácter intuitivo a un tipo de razonamiento que llega con facilidad a predecir ó explicar un fenómeno. Precisamente el sentido que Jung asociaba a la función intuitiva viene a ser, en cierta manera, la contraria. La intuición como percepción no sensorial, no racional, no emotiva, que puede partir de una de ellas, pero que se sitúa más allá. La intuición puede provenir de la experiencia acumulada, pero también puede tener un origen inconsciente. Y el inconsciente de Jung es un espacio que abarca grandes extensiones de terreno. La intuición, así considerada, puede ser una estructura tanto pre- como trans-racional. En el primer caso se conoce comúnmente como olfato, interesante símil que nos acerca al más primitivo de los cinco sentidos. En el segundo cobra la forma de sexto sentido; por ejemplo, en la forma de percepción llamada ojo clínico (otra vez un símil sensorial, esta vez relacionado con la agudeza). El médico con buen ojo clínico (cada vez cuestan más de encontrar, porque nuestra sociedad hipertrofiada de racionalidad tiende a rechazar este tipo de percepción) no necesita pedir un sinfín de pruebas clínicas sofisticadas sino que va directamente a lo que su intuición le dicta. Las manifestaciones más primitivas de la intuición en ocasiones están relacionadas con los conceptos de supervivencia y lucha por el poder, como es el caso de la detección, en base a unas características morfológicas, de las personas que nos pueden ser afines y las que no con una simple y rápida mirada. Esta clasificación, con el paso de los años, pasa de dividir al prójimo en las categorías de “los deseables” y “los indeseables” a establecer una gradación de características más cercanas ó menos a las propias (además, la experiencia enriquece la pura apreciación simplista, ofreciendo mil matices que no se nos aparecen en nuestra primera percepción). Las manifestaciones más evolucionadas de la intuición corresponden a las de los visionarios, especialmente los que descubren nuevos modos de transcurrir, como algunos artistas, científicos ó sabios. Las intuiciones, sin embargo, son difícilmente compartibles y deben de plasmarse en objeto de percepción física (el arte), de percepción cognitiva (la ciencia) ó de percepción moral (la sabiduría). Y eso requiere un considerable esfuerzo que, sin embargo, viene propiciado por la propia intuición.
jueves, 9 de marzo de 2006
Científicos

La mayoría de los individuos que trabajan en los marcos considerados científicos, a fuerza de utilizar reiteradamente la función racional en su trabajo, llegan a catapultar las funciones no racionales –especialmente la intuitiva- al lado inconsciente. Ello hace que dejen de controlar la parte de sus actos que viene regulada por dicha parte inconsciente. El resultado es un poco irónico: los hechos irracionales destacan por su arbitrariedad porque provienen todos del inconsciente. En otros tipos de corporaciones, irracional no va necesariamente ligado a inconsciente.
viernes, 17 de febrero de 2006
Mitologías

En el habla habitual se utiliza en ocasiones la calificación de psicológico como sinónimo de falso ó de irreal: ¿Te duele de verdad, ó es psicológico? Este tipo de aseveración no hace más que confirmar el paradigma materialista. Las realidades percibidas a través de los órganos sensoriales son sólo una parte de todas las realidades vividas con la experiencia. Éstas también abarcan las realidades que nos llegan a través de la intuición y, en general, las que provienen del pensamiento no lineal. Esta idea también está relacionada con la del mito. Los textos sagrados –especialmente en Occidente- se han interpretado básicamente de dos maneras: o bien como crónicas históricas o bien como textos poéticos. La esencia básica de tales textos no consiste ni en lo uno ni en lo otro. Son, por encima de todo, mitologías, que no se corresponden con ninguna de las dos categorías enunciadas, aunque puedan destilar belleza literaria o se acomoden lejanamente a algún hecho que tuvo lugar en épocas remotas. Los mitos se corresponden sobre todo con trasuntos simbólicos que se encuentran en determinados estratos de la psique y, como tales, son capaces de polarizar a muchas generaciones en muchos lugares. Es necesario, entonces, que revisemos profundamente el concepto que otorgamos cotidianamente al término realidad.
lunes, 30 de enero de 2006
Los cinco sentidos

De la misma manera que nuestra civilización ha otorgado a la función racional una importancia muy por encima de las otras funciones psicológicas, entre los diferentes sentidos se ha otorgado un protagonismo muy fuerte a la vista, a costa de los otros. En el habla habitual, asignamos de una manera intuitiva a cada sentido fisiológico una contrapartida psicológica. Así, decimos olfato por intuición; vista por habilidad; oído por atención ó relación; tacto por cautela; y gusto por placer ó querencia. La vista –Urano- es el sentido más rápido, pero también el más superficial, en contraste con el oído –Saturno-, que es más lento, pero más profundo, a la vez que necesita más energía psíquica para ser activado. Los sentidos más primitivos, el gusto, y, especialmente, el olfato, son los que más fácilmente nos pueden poner en contacto con un pasado remoto (el que diríamos que se halla en una zona no tan accesible del holograma según el modelo de Bohm/Pribram). La energía psíquica con la cual se activa el olfato es tan tenue que permite fenómenos como el de la magdalena de Proust.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)