Cada vez estamos más acostumbrados a que ciertas palabras,
referidas en ocasiones a conceptos más o menos nebulosos, ocupen una parte del
espacio público. Estas palabras-fetiche, como cualquier elemento de nuestra
actualidad, tienen un recorrido no demasiado largo y se renuevan cada pocas
temporadas. Quien introduce estos fetiches en su discurso -aunque sea con
calzador- demuestra que está 'in' y en línea con la 'gobernanza' (por utilizar
una palabra-fetiche de las muchas que han resultado de una traducción forzada
del idioma inglés). A veces nuestros fetiches constelizan fuertemente
ramilletes de ideas preconcebidas e inducen fantasias compartidas con suma
facilidad. Uno de tales fetiches se nos presenta ahora bajo el epígrafe de
'inteligencia artificial'. Nada más lejos de mi intención que menospreciar los
avances tecnológicos y el trabajo de neurocientíficos, ingenieros, filósofos e
informáticos, que capta mi interés y admiración. Los que incluyen en su
discurso a la 'inteligencia artificial' para sentirse 'in' y así complacerse a
sí mismos y al Gran Rebaño usualmente ni saben de qué están hablando. Hace
pocos días la prensa anunció que la IA estaba escribiendo la X sinfonía de
Beethoven. Me parece cuando menos risible (por no decir patético) que unos algoritmos
que rastrean a fondo, descomponen, analizan, etc, sean capaces de emular la
evolución de un creador. Cada nueva sinfonía de Beethoven aporta elementos que
no aparecen en las anteriores. Los sistemas artificiales, por el momento,
tienen una gran potencia de cálculo, de análisis e incluso son capaces de
'aprender' incorporando cambios y evoluciones en sus algoritmos. Pero sus
conclusiones siempre están basadas en el marco A/B = C/D, o sea en la
racionalidad pura y dura, por mucho aprendizaje que incorporen. Para escribir
la X sinfonía hace falta, inexorablemente, la presencia de Beethoven. El viejo
problema de la cualidad como derivada de la cantidad se responde acudiendo a la
complejidad, pero para llegar a tal grado de complejidad se hace necesario acudir
a la 'energia oscura' del inconsciente. Para que la X de Beethoven no sea un
fracaso tan estrepitoso como la conclusión de la VIII de Schubert.
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martes, 26 de octubre de 2021
Fetiches
jueves, 8 de julio de 2021
Embuclamientos
Hoy ingresa en el memorable club de los centenarios en activo el sociólogo-filósofo Edgar Morin. Si bien Morin no es el padre de la complejidad, si que puede ser considerado el padre del pensamiento complejo. Su obra magna La Méthode (1977-2004) desarrolla el modelo de la complejidad en seis tomos a lo largo de la Gran Cadena del Ser, desde la materia (La Naturaleza de la Naturaleza) hasta el pensamiento moral (La Ética), pasando por la biología (La vida de la vida), el intelecto (El conocimiento del conocimiento) y la sociología (La humanidad de la Humanidad). El pensamiento complejo todavía no ha incidido suficientemente en nuestra cotidianeidad, en donde sigue habitando de forma persistente el modo de pensamiento analítico. El pensamiento complejo resulta de cerrar un bucle sobre sí mismo en cualquier consideración y alcanzar así esa región que, aun perteneciendo a un entorno objetivo, incluye de alguna manera las interacciones y feed-backs que cualquier caso consteliza a su alrededor. El resultado final de esta paradigmática es que el pensamiento ha avanzado más allá de una racionalidad clásica, cartesiana y analítica sin abandonar no obstante su rigurosidad. La sistematización de Morin cuenta con el apoyo de la Teoría de Sistemas, la Teoría del Caos, la Autopoiesis (cuyo padre, el biólogo chileno Humberto Maturana, falleció hace pocas semanas), la Cibernética, la Ecología, el modelo Gaia y todos aquellos modos que incluyen en sus presupuestos la idea de embuclamiento. Ello conlleva el cambio radical de considerar no las cosas (Parménides) sino las relaciones (Heráclito) como las entidades representativas de una estructura. El pensamiento complejo ha logrado que preguntas con un matiz plenamente dualista y que en otras épocas parecían corresponder a debates insoslayables resultaran irrelevantes. Una de tales preguntas se refiere al origen de la vida y a su carácter de accidente con probabilidad bajísima que tanto obsesionó a bioquímicos como Jacques Monod a principios de los setenta. Estos bioquímicos oponían sus ideas, que entonces se etiquetaban de materialistas, a otro tipo de creencias, ligadas a residuos religiosos y más asociadas con una idea de creacionismo o de plan concreto. Cuando cambiamos de decorado e introducimos la complejidad las dualidades materialismo/espiritualismo y azar/determinación quedan automáticamente disueltas, es decir, dejan de verse como generales y externas a nuestro pensamiento y pasan a ser ejemplos históricos de diferentes fases de pensamiento humano. Todavía en nuestros días una parte de la vieja guardia papal del cientifismo es incapaz de entender la naturaleza bajo el prisma de la complejidad. Así, por ejemplo, el bioquímico Richard Dawkins se ha pasado muchos años combatiendo el modelo Gaia de James Lovelock (quien, a propósito, hace ya casi dos años ingresó también en el club de centenarios en activo) bajo la sospecha de teleología oculta o plan previo -divino o no-, lo que parece indicar que es incapaz de entender el mundo en su complejidad matemático-físico-biológica y sigue empeñado en analizar fragmentos aislados de tal entramado. Morin ha dedicado, además, una parte importante de su carrera a las labores pedagógicas para hacer entender el concepto de complejidad al público general. Esperemos que su semilla siga floreciendo de manera creciente y que nos lleve a una trans-racionalidad que englobe e incluya la racionalidad clásica haciéndola un caso concreto de algo más rico en dimensiones.
sábado, 3 de junio de 2017
Colibríes
La sociedad, como organismo viviente que es, encuentra su estabilidad a través de fuerzas que provienen de una miríada de bucles de interacción negativamente acoplados. Estos bucles de feed-back se hallan en rápido y constante funcionamiento. La evolución de la sociedad como tal, en épocas regulares, es relativamente lenta comparada con la actividad de los bucles; un poco como un colibrí, que gracias a su extraordinariamente rápido aleteo puede mantenerse "inmóvil" en el aire o desplazarse muy lentamente. En el caso del colibrí existe un órgano central que coordina los movimientos con una suerte de volición. En el caso de la sociedad el papel del órgano central lo asumen los códigos morales, la tradición, las creencias, el modo-de-estar-en-el-mundo,....El órgano central de una sociedad es relativamente estable, sostenido y con capacidad auto-reparadora en épocas de estabilidad histórica. En épocas de cambio el órgano se debilita y coordina de forma mucho menos efectiva la actividad de los millones de bucles de feed-back. El resultado lógico es la incertidumbre sobre el futuro próximo. Cualquier bucle un poco desbocado puede acoplarse positivamente y arrastrar a otros bucles concurrentes pudiendo perderse fácilmente la contención de toda la estructura. En ese punto nos hallamos. Está en nuestras manos la sostenibilidad del planeta.Está en nuestras manos el futuro de Internet. Está en nuestras manos la ética social. Está en nuestras manos la paz mundial...¿Está realmente todo eso en nuestras manos?
lunes, 17 de octubre de 2016
Revisiones
miércoles, 3 de agosto de 2016
Patrones
domingo, 18 de octubre de 2015
Lozanía
viernes, 1 de mayo de 2015
Confianza
miércoles, 9 de abril de 2014
Vida
Leo en las noticias que un grupo internacional de bioquímicos ha logrado crear artificialmente un fragmento de cromosoma del hongo saccharomyces cerevisiae. El científico principal del equipo especulaba con la posibilidad de crear vida artificial, hecho que situaba en un hipotético futuro lejano. Imagino el revuelo que organizará tal posibilidad cuando llegue a ser real. En 1828 el químico Friedrich Wöhler sintetizó en el laboratorio la urea, un compuesto orgánico de estructura sencilla, a partir de compuestos inorgánicos. Hasta entonces se creía que en el laboratorio solamente era posible transformar los compuestos orgánicos, pero no orginarlos, posibilidad que únicamente se atribuía al ser vivo. El descubrimiento de Wöhler tuvo más importancia noética que técnica, porque derribó parcialmente el pensamiento vitalista. Veo un paralelo importante entre este caso y el que apuntaba al principio. La vida, tal como se la concibe actualmente, solamente se puede transmitir, no crear artificialmente. Sin embargo, no existe una limitación teórica que nos impida pensar lo contrario; solamente una cuestión tecnológica. La vida en la Tierra se originó a partir de compuestos orgánicos no vivos, lo único es que necesitó unos 2500 millones de años para emerger. Emergencia es la palabra adecuada, ya que la biosfera apareció de la ordenación y sistematización de la geosfera, de la misma manera que la noosfera apareció posteriormente a partir de la biosfera. Cada nueva holoarquía, por tanto, dio lugar a alguna propiedad emergente que no existía en forma explícita en ninguno de los componentes previos. Y es que los sistemas no son conjuntos de cosas sino conjuntos orgánicos de relaciones embucladas.
viernes, 21 de marzo de 2014
Inclusiones
sábado, 18 de enero de 2014
Holismos
miércoles, 13 de noviembre de 2013
Recapitulación
viernes, 1 de noviembre de 2013
Emergencias
El pensamiento analítico que todavía hoy envuelve a gran número de colectivos –entre ellos buena parte del mundo científico- es el fruto conjunto de los modelos de Aristóteles (forma/substancia) y Decartes (materia/esencia). El modelo sistémico vino a reconocer lo que el pensamiento analítico había obviado durante siglos: las interacciones entre elementos de un sistema, que llegan a devenir una parte esencial del mismo. Y la noción de sistema frente a la de conjunto de partes va íntimamente ligada a la noción de proceso frente a la de objeto. Solamente cuando dejamos de pensar en términos de objetos y comenzamos a pensar en términos de procesos podemos alcanzar a ver el alcance del concepto de sistemas. Una noción extremadamente importante en la teoría de sistemas es la de emergencia. Cuando se alcanza un determinado nivel de organización aparece una propiedad que no estaba en ninguna de las partes constituyentes (las propiedades moleculares ausentes en los átomos constituyentes, la vida ausente en las moléculas constituyentes, el significado morfológico ausente en las letras constituyentes, etc). Esta emergencia se nos puede aparecer como un objeto irreducible al conjunto de objetos constituyentes porque la reificación del objeto ha conllevado una pérdida de información que reaparece en el sistema cuando tienen lugar las interacciones sistémicas. Un poco como sucede con un archivo informático que lleva sus footprints asociadas y que solamente se nos hacen presentes en la interacción con el hardware/software.
viernes, 13 de julio de 2012
Membranas
jueves, 9 de febrero de 2012
Estabilidad
miércoles, 27 de octubre de 2010
Fractales
La semana pasada falleció Benoit Mandelbrot, moderno “padre” de las fractales (así, en femenino, como a él le gustaba denominar a estas estructuras). Mandelbrot no se destacó, como sí hicieron Prigogyne ó Lovelock, como escritor divulgador (que no vulgarizador) de su obra: sus libros resultan poco interesantes en comparación con la riqueza de sus hallazgos. La fractalidad abre en nuestra mente algo más que bellos dibujos ó funciones matemáticas capaces de encajar ajustadamente con las más variadas muestras del “mundo real”, desde la geometría de las montañas hasta la apariencia del firmamento, pasando por las oscilaciones de los valores bursátiles. La fractalidad expresa, por así decirlo, nuestra nueva forma de mirar hacia el mundo. Si la geometría del espejo evoca en nosotros la polaridad del mito y el reflejo del alma, la de la fractal nos traslada de la objetualidad y el dualismo al holismo, a la teoría de sistemas, a la procesalidad. Si prolongamos la operación que da lugar al triángulo de Sierpinsky hasta el infinito, nos desaparece el “objeto”, quedando únicamente la estructura subyacente: bella historia que hace añicos la vieja dualidad forma-contenido. En música, la idea de fractalidad ha dado lugar a muy diversas interpretaciones. Hoy la quiero ligar (aunque no acabo de saber cómo hacerlo) con la construcción de nuevos instrumentos musicales basados en fenómenos naturales. Concretamente, el llamado waterphone, que además de producir unos atractivos sonidos, poseen éstos un notable grado de independencia de su tañedor. El aquafono, junto con el hang, podría ser considerado como un instrumento holístico ó una escultura sonora.
lunes, 9 de agosto de 2010
Ilusiones
miércoles, 1 de julio de 2009
Yoidad

domingo, 26 de octubre de 2008
Contenidos, procesos

martes, 21 de octubre de 2008
Aplazamiento

martes, 14 de octubre de 2008
Cibernética del intérprete musical
