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miércoles, 7 de abril de 2010
Frenesí
Cada año que pasa nuestro imperante pero exhausto sistema socio-económico nos exige, en una especie de lucha contrarreloj contra su propia extinción, más esfuerzo, objetivos más ambiciosos, más sacrificios. Dejando de lado el hecho –también irrefutable- de que cada vez se maneja más gramática parda y que muchos de los grandes sacrificios que hoy se nos exigen hubieran parecido un camino de rosas al ciudadano medio de hace tan sólo setenta años, es evidente que esta dinámica tiene un límite al que nos acercamos más o menos frenéticamente. Los cambios en los sistemas sociales se pueden conseguir solamente de dos maneras: a la fuerza, cuando sucede un desastre y cada cual simplemente se agarra adonde puede, ó bien merced a unos cuantos que se alejan del comportamiento medio de la manada -a costa de verse rechazados por ella- y acaban creando un nuevo núcleo –una nueva estructura disipativa, en términos termodinámicos- que arrastra con el tiempo al grueso de la sociedad. Unámonos a los alternativos, por el bien de todos (¿con los partidarios del decrecimiento?).
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