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jueves, 13 de septiembre de 2012

Guiones


          
          En una ocasión realicé una prueba psicotécnica grupal en la que, tras escuchar una intrincada historia sobre una mujer, su amante, su amigo, un loco con un cuchillo sobre un puente y un barquero en el río, se instaba a los participantes a dirimir sobre las responsabilidades de cada personaje en el trágico desenlace del cuento. Cada uno de los participantes se lanzó con mayor o menor grado de apasionamiento sobre la historia y sus personajes para sacar a relucir sus filias, fobias, miedos y convicciones conscientes e inconscientes. Al llegar mi turno simplemente comenté que lo que se nos había leído era un esquema sucinto y que, suponiendo que fuera el guión de un film, dependiendo de que éste fuera realizado por Bergman, Fellini ó Almodóvar tendría significados muy diversos y la responsabilidad de cada personaje variaría enormemente. El monitor me quitó el turno rápidamente para pasar al siguiente participante. Cuando todo el mundo hubo gritado y defendido ardorosamente lo que le parecía era más justo, más veraz y más evidente vino la explicación final: el ejercicio planteaba una discusión alrededor de dilemas morales, que son personales y particulares de cada individuo. No había solución única: cada participante tenía su versión, y el test estaba únicamente diseñado para observar cómo cada participante argumentaba defendiendo la versión a la que se aferraba con convicción. Deduje que el monitor me había quitado la palabra antes de que le desmontara el ejercicio. Es evidente que necesitamos unas estructuras que se hagan hasta cierto punto invisibles -en este caso, el sentido moral colectivo en determinada época y situación- so pena de ir añadiendo continuamente metaexplicaciones a todos nuestros actos y disquisiciones (lo que hace usualmente nuestra cotidiana postmodernidad). Pero también se hace necesario –y en épocas bisagra como la nuestra, hasta perentorio- que nos planteemos qué hay más allá del decorado dentro del que nos movemos. Es la única manera de superar dualismos, fragmentaciones y finales-de-la-historia. Postmodernidad sí, pero como vía hacia la trans-modernidad. El sentido moral es personal, pero entre el sentido moral de Radovan Karadžić y el de la madre Teresa de Calcuta hay algún grado de diferencia evolutiva, ¿no?

5 comentarios:

Lluís P. dijo...

Fratello,

¿qué es más moralmente reprobable: que un monitor de cursillo utilice un ejercicio grupal para confundir al respetable metiéndolo en un guirigai de criterios, o bien que un integrante del curso lo dinamite prematuramente desvelando el objetivo del mismo sin dejar que éste tenga tiempo de iniciarse? Si es que invitarte a ciertos foros, fratello, es como enseñarle un truco de la Magia Borrás a Houdini …
Por una vez, prometo responder a tu respuesta, que algo me dice que aquí hay tomate,

fp

carles p dijo...

Fratello,

Palabra que mi intención no fue dinamitar el curso sino que intenté muy sinceramente responder a la cuestión. Lo que sucede es que la cuestión estaba planteada de manera muy simple para que hiciera de anzuelo y enganchara al personal con discusiones estériles. Esto pasó hace más de diez años: cuanto más cerca te encuentras del final del trayecto, menos ganas tienes de hablar. Las grandes verdades solo se hallan contenidas dentro de los grandes silencios.

fp

Lluís P. dijo...

Fratello,

Tu respuesta es paradójica: ¿cómo conjugar tu tono alicaído (“cuanto más cerca te encuentras del final del trayecto, menos ganas tienes de hablar”) con un blog que es un dechado de opiniones frescas y novedosas, a cual más enriquecedora? Te creo en tus buenas intenciones en el cursillo, aunque me reconocerás que hay placer refinado en superar al maestro o monitor que se tercie. Pero también lo hay, si no más, en los que seguimos tus aportaciones al transcliché metacorner, saboreando, como dice Joan Caturla, “los cuántos de sabiduría de Carles, verdaderos regalos para los amantes de la cultura”.
Dado que desconozco el concepto de post y trans-modernidad, pues estaría bien aprovechar la ocasión para proponerte que añadieses, eventualmente, algunas notas explicativas a tus textos. Con éstas, no sólo entenderíamos mejor el contenido del blog, si no que sería la mejor excusa para iniciar un nuevo trayecto vital, el tuyo, que erradicase la palabra “final” del mismo.
Un abrazo,

fp

Anónimo dijo...

Hola Carles:
Me añado a la discusión sólo para ofrecer un matiz; creo que el sentido moral, más que personal, es contingente. Es decir, sujeto a la época, a la geografía, etc., y en última instancia, claro, a la biografía y a la personalidad.
En cuanto a lo posmoderno...cada vez es más fatigosa la costumbre de ser superanalíticos y de racionalizarlo todo, incluídas las latas de Coca- Cola.
Abrazos. Rosa

carles p dijo...

Fratello: prometo elevar el tono vital de mis posts aunque sea hablando de post/trans modernidad. Gracias por tu apoyo!!

Rosa: totalmente de acuerdo con tus apreciaciones

abrazos para todos, carles