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sábado, 18 de enero de 2014

Holismos


                         Holismo es una de las palabras clave de esa constelación que acompaña al nuevo paradigma científico. Y al igual que sucede con otros términos de la tal constelación, ha sido mal utilizada y abusada en numerosas ocasiones. El holismo supone la restitución de la integridad del sistema en contraste al método común de la ciencia moderna (moderna del S XVII) que tiende a descomponer en partes el sistema para tratar de conocerlo, de acuerdo con la máxima aristoteliana de que el todo es la suma de las partes. A principios de S XX se determinó que había otras posibilidades, la de que el todo fuese más que la suma de las partes y también de que fuese menos. La teoría general de sistemas, establecida por von Bertalanffy después de la II Guerra Mundial, en la misma época que el nacimiento de la cibernética, daría incluso una respuesta diferente: la parte es una forma de ver el todo, ya que la parte contiene el todo de la misma manera que el todo contiene la parte. Es decir, que lo que deja de ser funcional es el viejo concepto de todo y de parte (esta postura había sido ya adoptada previamente por los padres de la mecánica cuántica, Bohr y Heisenberg). Las posteriores Teoría del Caos y Geometría Fractal establecen nuevos paradigmas que substituyen a los conceptos del todo y la parte. Y a la luz de esta nueva cosmovisión es cuando podemos observar en la distancia que muchas de las viejas miradas eran solo partes aisladas, perspectivas en suma, de un paisaje que ahora vemos con más globalidad. Pero para poder realizar este paso de síntesis se ha hecho necesaria la emergencia de una nueva forma de ver las cosas. El universo sistémico es tan potente que incluso tergiversa conceptos sólidamente establecidos como el de causalidad. La red-que-todo-lo-une hace de la relación causal clásica, una vez más, una extracción quirúrgica que no conserva la información original y tiende a substituirla por el concepto de causalidad circular. Bajo el nuevo prisma vemos el modelo darwiniano de evolución como una perspectiva cercenada, en este caso del ecosistema correspondiente, pero que modifica substancialmente la parte del modelo que Popper clasificaba de “programa moral”. Así, el motor de la evolución es la congruencia global del sistema más que la selección de mutaciones azarosas. Azar y necesidad, otro de los dualismos que han perdido gran parte de su significado en los últimos cincuenta años. Hoy sabemos que el orden nace necesariamente del desorden y que se encamina necesariamente hacia él. O sea que determinismo e indeterminación no constituyen, una vez más, una dualidad ab initio sino que resultan de un “corte epistemológico” perspectivista. Las dualidades no se resuelven sino que se disuelven.

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