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jueves, 11 de septiembre de 2014
Decorados
Durante muchos años el cine tuvo uno de sus pilares expresivos en la presencia de decorados. Los decorados, sin duda, pueden contribuir a crear la forma concreta que nos transmite un film y que, como acontece con cualquier arte, representa su verdadero fondo o mensaje. Los decorados cinematográficos no constituyen un mero papel pintado con que encuadrar la acción propiamente descrita. La elección del tipo de decorado ya marca indeleblemente el “sabor” de la obra. En el cine de masas de hoy día los decorados –cuestión de presupuesto- se han minimizado, a excepción de los filmes de ciencia-ficción (aunque el uso de imágenes virtuales también ha ido en aumento). Aun así, los decorados que utiliza este tipo de cine, como la música y el vestuario, son neutros, meros papeles pintados sin función estructural alguna y que son producidos en cadena según un rígido código de convenciones que anula cualquier tipo de originalidad. Después de la II Guerra Mundial el neorrealismo italiano –inspirado, en parte, por el realismo poético francés de los años treinta- celebraba la vuelta al naturalismo y a los espacios abiertos sin ningún tipo de decorado, como una respuesta estético-política al pomposo cine italiano de los cuarenta (cuyo símbolo del “teléfono blanco” apuntaba hacia una falsa realidad). Esta ausencia de decorado se veía compensada por un renovado interés en la fotografía, el montaje, y una cuidada dirección de actores, en muchas ocasiones, no profesionales (por el contrario, la música de los grandes filmes neorrealistas fue un asunto de tercer orden, quizás porque su ausencia se hacía dramáticamente más significativa). Los decorados cinematográficos pueden ser fotografiados con afán de parecer decorados o no. En el primer caso tenemos un film expresionista como el Gabinete del Dr Caligari con sus decorados deformantes (que J. Cocteau criticó aduciendo que era la cámara la que debía producir tal deformación) o una fantasía artificiosa como E la Nave va… en donde un personaje admira el más que evidente decorado del cielo, el mar, el sol y la luna equiparando el conjunto con…un decorado! En otro extremo tenemos los decorados que ofrecen una imagen fílmica concreta pero esconden en parte su origen. En French Can-Can existen varias escenas exteriores (¡exteriores sólo en apariencia!) que evocan la pintura impresionista del padre del autor, imposible de imitar con objetos naturales. El famoso plano de la oficina gigante en El Apartamento no tiene nada de natural. Se debe a la pericia perspectivista de A. Trauner (que llegó a colocar mesas progresivamente más pequeñas con personajes enanos al fondo del plano). Los famosos decorados de los techos que O. Welles introdujo en Citizen Kane son el producto de una necesidad que vino dada por la novedosa posición de la cámara pero a su vez crean una notable atmósfera de hiperrealidad expresionista. El minimalista decorado dentro de un espacio eminentemente teatral contribuye al sentido de la fábula en Dogville de L.v Trier. ¿El decorado más famoso de la historia del cine? Probablemente el del episodio de Babilonia de Intolerance de Griffith. Por falta de presupuesto para ser demolido siguió alzado desde 1916 hasta que en 1939 sirvió para realzar en Technicolor el incendio de Atlanta en Gone with the wind. Cosas del cine.
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