Recuerdo
cuando en mi época de estudiante (estudiante formal, porque mi época de
estudiante aún continúa, ¡y que sea por muchos años!) oí hablar por vez primera
de geometrías no euclidianas. El profesor de turno hizo cierto hincapié en que,
ciertamente, el mundo real se rige por la geometría euclídea y las otras
geometrías venían a ser especulaciones matemáticas que tienen su utilidad en
modelos físicos no newtonianos como el relativista. La geometría euclídea se
corresponde con la estructura cognitiva mental-racional, lo mismo que la
mecánica newtoniana. Lo cual dista mucho de decir que represente la realidad. La realidad la vemos con
nuestras percepciones físicas y nuestra conciencia (que también interviene en
nuestras percepciones físicas, por cierto), y lo más curioso (o no) es que
nuestra conciencia evoluciona y con ella nuestras percepciones y constructos. El
corpus de esta evolución está constituído por el ascenso dimensional, la
progresiva relativización de una percepción o de una idea que pasa de ser
innata a ser un constructo. Para hacer mediciones exactas en dos dimensiones
sobre la superficie terrestre la geometría euclídea no nos sirve porque la
superficie terrestre no es plana sino curvada, de manera que la geometría
elíptica nos da medidas más exactas (así nos explicamos que las trayectorias de
los vuelos que cubren grandes distancias parezcan desafiar la intuición geométrica
sobre el plano). El ascenso dimensional en este caso está claro. Cuando pasamos
a un espacio tetradimensional (el de la relatividad general) el aumento de
orden dimensional es similar, aunque menos intuitivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario