A medida que el tiempo pasa y la
crisis catalana se asienta nuestra perspectiva se va modificando y, en cierto
modo, se amplía. Recuerdo que Edgar Morin explica que uno de sus profesores
universitarios más admirados clasificaba los períodos históricos según la
visión que tenían en cuanto a la significación histórica que atribuían a la
Revolución Francesa. Al hallarnos sumergidos dentro de la presente coyuntura se
hace difícil analizarla con cierta perspectiva pero siempre es útil –y, cuando
menos, muy higiénico- tomar la distancia necesaria para ello. Los hechos
acaecidos el pasado mes de octubre representaron la culminación de un proceso
largamente gestado que se remonta, cuando menos, a una suma de eventos
acumulados durante los últimos diez años y que han deteriorado
significativamente las relaciones entre
Catalunya y el Estado Español (no voy a enumerarlas; para eso ya están los
comentaristas políticos). Remontándonos más atrás podemos observar un resquemor
derivado de la pérdida de las leyes propias tras la Guerra de Sucesión más o
menos históricamente mantenido pero sobrellevado (con períodos llenos de
altibajos). Hasta aquí estoy describiendo un proceso que ha ido oscilando entre
la falta de entendimiento, la falta de identificación con matices fuertemente
políticos apareciendo a ratos y motivos puramente tribales (la famosa
“pertenencia” y “no-pertenencia” que tantas pasiones desata). El eterno dilema,
agudizado, que ha vuelto a crecer. Pero en los últimos días el tema se ha
extendido y amenaza con desbordar la cuestión puramente tribal, a pesar de que
muchos de sus protagonistas sean absolutamente inconscientes de ello. El
blindaje del stato-quo que muestra el
ejecutivo y gran parte del mapa político español ha sido reflejado cual
perfecto eco por las organizaciones políticas de la comunidad europea, que
prefieren no dar demasiada relevancia al caso por temor a verse salpicadas. La
crisis económica, aspecto evidente pero no único de la crisis global que
padecemos, ha socavado el proyecto europeo –así como la crisis moral ha
socavado el generoso proyecto inicial de Internet o la crisis de conocimiento
ha socavado la creciente conciencia ecológica de las civilizaciones
tecnocratizadas- ha sido en gran parte la responsable del parón al proyecto
europeo. La “revolución catalana” puede transformarse en el inicio de una nueva
visión europea que supere los conceptos renacentistas/románticos de estado y
abra una nueva perspectiva de organización política en el continente. No soy
ingenuo: esto no es tarea de un mes, un año y ni siquiera una década. La
recesión ha derivado el proyecto europeo hacia la tribalización, el populismo y
el auge de actitudes que nos recuerdan peligrosamente un pasado no tan lejano
(aunque las acusaciones mutuas de “nazi” y “fascista” que tan fácilmente salen
de ambos bandos puedan hacer creer que se ha elevado estos calificativos a
categorías no-temporales). Este posible germen de cambio político global da una
bocanada de aire fresco al presente conflicto y sugiere una posible salida (de
momento, solamente a nivel mental) del presente y estéril enroque.
4 comentarios:
Fratello,
Ante la “cuestión catalana” es difícil predecir cómo va a desarrollarse, aunque las elecciones del próximo 21 de diciembre puedan ayudar a esclarecerlo (o no). Sólo quería apuntar un dato: para el Estado, reprimir un movimiento popular era antes un tema baladí puesto que la superioridad en elementos represores (la fuerza) eran suficientes para acabar con él; en nuestros días, esta percepción ha cambiado, y mucho, por la presencia de dos elementos nuevos: los teléfonos móviles y las redes sociales. Con ellos, las masas se organizan de manera mucho más sofisticada y son capaces de paralizar un país porque saben dónde y cuándo situar a la gente para conseguir el efecto deseado al estar comunicados entre ellos al instante. Si se disuelve un piquete, pues cada uno de los miembros del mismo contacta con quien organiza la protesta y se constituyen de nuevo en grupo para cortar otro tramo de la carretera, etc. en un tiempo récord, lo que dificulta enormemente la tarea policial de mantener el orden. Que tome nota el Estado de que enfrentarse a una muchedumbre con unos objetivos claros y una estrategia factible se ha convertido en algo muy serio. Creo que esto debería hacer reflexionar a las Administraciones cuando ven un conflicto en ciernes, y debería predisponer más al diálogo antes de que sea demasiado tarde. Porque sólo con unos miles de ciudadanos organizados en grupos de presión se puede fastidiar a la gran mayoría restante. Y, una vez enquistado el enfrentamiento, puede costar años y ayuda reconciliar a las partes. El caos puede estallar sin necesidad de reflexionar sobre quién tiene razón, simplemente porque unos presumen de fuerza y los otros de número. Hacer oídos sordos a un problema que afecta a unos millones de ciudadanos es el camino más rápido hacia el suicidio político, porque se le puede ir de las manos muy rápidamente. Esperemos que, en el caso catalán, se encuentre un puente de entendimiento que facilite la convivencia de las partes.
fp
Fratello,
Todo lo que dices está muy bien ¡pero no tiene nada que ver con el tema del post! Hace pocos días leí un par de reflexiones casi opuestas pero ambas interesantes. Voilà:
http://www.lavanguardia.com/opinion/20171120/433030864652/la-tristeza-de-la-victoria.html?utm_campaign=botones_sociales&utm_source=whatsapp&utm_medium=social
http://www.lavanguardia.com/lacontra/20171120/433031120327/las-identidades-culturales-son-un-refugio-ilusorio.html?utm_campaign=botones_sociales&utm_source=whatsapp&utm_medium=social
fp
Todavía añado una reflexión que me ha parecido muy interesante:
https://www.nuvol.com/noticies/saps-que-es-una-cismogenesi-nestas-vivint-una-de-grossa/
Abraçada
fp
Fratello,
He leído con interés los tres artículos que me recomiendas, y no me han defraudado. El excelente articulista Antoni Puigverd sostiene que en nuestra democracia “Lo indiscutible son las leyes, pues emanan de una única categoría civil: el individuo con sus derechos.”, para afirmar más adelante que “La dificultad real con el sistema la viven tan sólo los españoles de matriz no castellana, que nunca estarán en condiciones de cambiar las leyes.” Tiene razón en cuanto a la contabilidad de las dos comunidades enfrentadas, pero, a mi modo de ver, Catalunya sufre una agresión continua en sus instituciones porque le da al Partido Popular rédito electoral. Y, cuando se agota la paciencia de la parte separatista, se llega a la situación que tan bien explica en su artículo Josep Maria Camps: “La intenció de l’independentisme és que el conflicte es converteixi en simètric, però la part centralista està forçant la situació perquè es mantingui com a complementari. I per això reacciona seguint aquest esquema: es tracta només de posar al seu lloc al subaltern, i per això activa els mecanismes que s’apliquen en aquestes situacions, que són el sistema judicial i els cossos de seguretat.” Para François Jullien, “Sin Europa el Estado español no superará este conflicto. Hay que repensar la UE para poder integrar a esas comunidades que la cuestionan como es. Esa tensión que ahora sufren ustedes también es una oportunidad para el progreso: superen la violencia tonta y conviértanla en un nuevo pacto de convivencia.”, a mi entender, sabias palabras las del pensador francés, y que creo que traducen lo que quieres transmitir en tu entrada en el blog, cuando destacas que “La “revolución catalana” puede transformarse en el inicio de una nueva visión europea que supere los conceptos renacentistas/románticos de estado y abra una nueva perspectiva de organización política en el continente.” Ojalá el electorado convocado a las urnas, independientemente de su ideología política, sitúe a la convivencia pacífica en la primera de las prioridades cuando decida el partido al que votar.
Nos vemos en tu próxima aportación al blog.
fp
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