Antes se decía a menudo que la música era un lenguaje universal. En
absoluto. La música es un trasunto cultural y, por tanto, sujeto a
contingencias y circunstancias ligadas a una unidad cultural. Lo que quizás se
quería entonces significar es que la música era capaz de saltar fronteras y
barreras lingüísticas dentro de una macrounidad cultural. Aunque uno no supiera
una palabra de alemán podía escuchar la Sonata a Kreutzer y entender
mínimamente su lenguaje (al menos lo suficiente como para centrarse en su
discurso). A lo largo de los últimos 130 años los compositores europeos han
sufrido influencias procedentes de músicas extraeuropeas, pero en realidad han
incorporado elementos externos a su lenguaje cultural, que de esta manera se ha
ampliado. Así Debussy con la música gamelan, Messiaen con los ritmos indios o
Ligeti con las polirritmias africanas. La música popular, a partir de los 60,
también se abrió a Oriente, aunque lo que llamaba entonces la atención de Ravi
Schankar era más la novedad del exotismo que un verdadero entendimiento del
complejo lenguaje de la música tradicional de la India. Posteriormente ha
tenido lugar, dentro del contexto del acercamiento cultural, un proceso de
fusión del que va resultando un lenguaje nuevo fruto de la ampliación de los
antiguos y que a la vez se aparta de ellos. Un poco como había sucedido hace más de
100 años en el origen del jazz, una de cuyas raíces (el rag-time) se asienta en
el choque entre la música de danza africana y la música europea de salón del
XIX, dando lugar a algo nuevo y claramente diferente. En las últimas cinco
décadas también hemos asistido a la generación de intérpretes orientales de
música clásica occidental. Al principio tales intérpretes básicamente imitaban
unos estilos sin entender su lenguaje subyacente en profundidad. Con el tiempo
los intérpretes orientales, a base de perfeccionar las imitaciones, han llegado
a capturar las esencias del lenguaje occidental, desde Seiji Ozawa hasta
Wyung-Chung-Mung. Los compositores orientales, desde Toru Takemitsu hasta Unsuk
Chin, también han mirado hacia Occidente creando así las sinergias conducentes
a un lenguaje verdaderamente universal. La música es universal en la medida en
que tendemos a fusionar las culturas y crecer hacia el unus mundus (que no es la suma gris degenerada sino una etapa más
de la evolución).
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