Hace unos días observé en un tren de cercanías como una mujer joven parecía ejercer una acción social gestionando una serie de jóvenes trabajadores africanos que parecían bastante integrados en el sistema laboral. Me alegra ver este tipo de acciones que tanto enfurecen a los que se aferran a posiciones fijas y temen por la integridad de Europa. Europa es el nombre por el que conocemos a la Modernidad, una porción substancial de la civilización occidental. En sentido estricto el nombre define un continente, estructura más tangible si bien de límites inciertos. Según la primera acepción Europa es un proceso y, como tal, sujeto a cambios y contingencias. Europa no es un objeto fijo sino un proceso histórico que sigue vivo. La llegada de inmigrantes hace cambiar a Europa, evidentemente. Pero este cambio -en algunos momentos históricos de forma más leve y en otros más acentuada- se ha dado siempre. O rinovarsi o perire ...
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