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martes, 22 de noviembre de 2022

Thumbs down

 


           El año avanza, pero el blog retrocede. Ambos inexorablemente. ¿La razón para lo segundo? En algún momento me pregunto si por razones de edad mi capacidad para comprender al mundo disminuye en progresión geométrica. En otros momentos creo vislumbrar que la razón de mi desasosiego es que efectivamente comprendo al mundo y por eso lo concibo en un momento digamos que malo. La tiranía de los ‘like’ y el falso humanismo avanzan también inexorablemente, invadiendo espacios en los que tan solo hace cinco años no hubiera podido imaginar su presencia. En el trabajo, delante de mí, se sienta ahora un estudiante y no pierdo la ocasión de hablar con las nuevas generaciones:

(Yo) -La necesidad continua de ‘likes’ (después de una ciber-reunión multitudinaria desbordan la red interna de la compañía) está relacionada con una ya patológica falta de autoestima

(Estudiante) -Tienes toda la razón pero esto no se puede arreglar

¿Cómo que no? Duchamp exhortaba a quemar todos los museos y Boulez todos los teatros de ópera. Ahora no se trata de quemar porque las no-cosas no queman, pero sí a enviar masivamente toda la mierda a un agujero negro, negrísimo.

(Estudiante) -El mundo ya no tiene solución …

(Yo) -joder, si toda tu generación piensa así, vais apañados, nene! Si determinada gente digamos que poco recomendable está ganando las elecciones en diversos países es que los ciudadanos los votan, ¿no?

(Estudiante) -Claro

(Yo) -Y esto ¿no se podría arreglar con un poco más de cultura, de sentido crítico y con un plantarse delante de algunas cosas y vomitar?

(Estudiante) -Estas cosas son bastante inaccesibles

(Yo) -pero ¡Si estas cosas se retroalimentan del tiempo que les dedicamos!

Evidentemente: los virus y la basura cibernética necesitan de un organismo vivo para replicarse. Si este organismo no presta su maquinaria, no hay replicación posible. Que Dios nos coja confesados, amén.

P.S.: Twitter, campeón de los ciberinstrumentos del populismo, se encuentra ahora en horas bajas. Amén.