Vuelvo a leer a Markus Gabriel (“Por qué el mundo no existe”) para continuar practicando un mínimo de gimnasia mental de la que tanto estamos necesitados ahora. Como se trata de un libro para no especialistas el autor sigue ventilando muchas cuestiones con cierta alegría con objeto de encaminarnos más directamente hacia su pensamiento, centrado en lo que él llama ‘nuevo realismo’. El nuevo realismo se opone especialmente al constructivismo (véase en su versión histórica del nominalismo o en sus versiones actuales a caballo de la postmodernidad). El viejo realismo filosófico se caracteriza por sostener que las cosas -materiales o no- tienen una existencia independiente de la mente y que la mente, a su vez, es capaz de aprehenderlas de forma transparente. Es decir, que nuestras percepciones y razonamientos son capaces de capturar la realidad tal cual es. Para establecer una acotación al respecto de la vieja tradición, el nuevo realismo incluye los campos de sentido. Las cosas no aparecen aisladas, sino dentro de contextos o contextos de contextos, que son los campos de sentido. Los campos de sentido son los metaespcios en donde los roles de observador y observado cobran su vigencia. Curiosamente la idea se encuentra también en el anti-realismo filosófico, corriente que parecería estar en las antípodas de las ideas que Gabriel intenta transmitir, y cuyo principio de contexto sitúa también cada término en su campo de sentido (aunque el anti-realismo sostendría que o bien nada existe fuera de la mente o bien que nunca podríamos acceder a una realidad independiente de la mente). El modelo de Gabriel se me antoja así un poco híbrido, en el fondo un poco involuntariamente post-moderno. Las parejas Realismo/Constructivismo, o Realismo/Anti-realismo no dejan de ser dualidades que, como tales, pueden ser superadas por integración dialéctica. El tema ahora no es si la mente y la materia están separadas, o si la realidad puede ser o no aprehendida por la mente. La gran riqueza y lección del mundo no es que sea de esta o esta otra manera, sino que, simple y llanamente, es.