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miércoles, 12 de junio de 2024

Asemanticidad

 


             La gran música, como cualquier cosa grande, nos habla. (Empezamos mal, no existen cosas grandes o pequeñas, todo es una construcción social, la postmodernidad nos advierte). ¿Qué quiero decir con eso de que nos habla? La música es un lenguaje no semántico. Pues precisamente es por eso que la música nos puede hablar desde un plano no semántico. ¿Desde un plano emocional? Probablemente. Digamos que desde un plano no semántico con el que resonamos y en esta situación todo un discurso se abre ante nosotros. Esto no tiene que ver con la literatura (el destino llamando a la puerta o zarandajas similares) ni con la pintura (mehr empfindung als tonmalerei, decía Beethoven a propósito de su 6ª sinfonía). La gran música nos re-conecta con nuestro centro y es allá donde recobramos la serenidad, la pura conciencia. Diálogo asemántico, más allá de las puras emociones. Ahora me percato que la gran música -con perdón- va de esto y es por ello que exige mucho de nosotros (aunque podemos abordarla desde una infinidad de planos; desde los más superficiales a los más profundos, con una lógicamente creciente escala de exigencias). La música de entretenimiento (que también admiro, claro está) no conlleva esta exigencia. Ni esta recompensa.