Última moda en conciertos 'pseudo-clásicos': el candlelight concert. El candlelight concert es el equivalente musical del libro de autoayuda o de la sesión de terapia new age . Yo, en principio, no tengo inconveniente en que convivan todas las tendencias, clases, niveles de exigencia, paladares, sensibilidades, estilos. Pero el problema aquí -¡y en tantos otros lugares!- es que la vulgaridad, el grado más bajo de exigencia, la ley del mínimo esfuerzo, la ley de los grandes números, la autocomplacencia, el cultivo insidioso del ego y la futilidad del usar y tirar están desplazando cada vez con más fuerza al cultivo del esfuerzo, la meritocracia, la alegria del alma, los valores clásicos, la búsqueda de sentido, la inteligencia. Los dirigentes dejan los temas culturales en manos de los supuestos expertos a quienes únicamente les preocupa 'estar al día'. Aunque este estar al día suponga lanzarse en brazos de todo lo que apuntaba. En la postmodernidad todos los puntos de vista tienen igual valor, el del sabio y el del cretino, el del exegeta y el del consumidor despistado, el del maestro y el del ignorante. Lo que constituye el mayor valor para la democracia constituye, en otro contexto, el mayor veneno para la vida cultural, parte integrante de la vida espiritual.