Hoy he rellenado un “cuestionario de satisfacción” a la salida de un concierto. Los cuestionarios de satisfacción son los instrumentos preferidos de los burócratas que desean perpetuar su incompetencia sobre los temas técnicos que gestionan. Es un modo de justificarse aparentemente democrático y políticamente correcto. Sin embargo, el feed-back que proporciona impide de forma casi absoluta el crecimiento, la puesta al día. El gran público nunca querrá apartarse de los caminos más trillados. Y si lo hace, será para hacerlos todavía más estériles. Muy a menudo simplemente por desconocimiento de repertorios menos frecuentes. En otras épocas este tipo de cuestiones se dejaba en manos de conocedores que intentaban, además de contentar al máximo número de asistentes, cultivar sus gustos para que éstos se ampliaran dando como resultado un enriquecimiento progresivo conducente a una independencia de criterios. Un poco como la definición clásica de la prensa, cuya misión era informar, formar y entretener, aunque hoy en día quizás sea más bien desinformar, embrutecer y alienar. Pronto los burócratas de turno pedirán a los niños que elaboren ellos mismos los programas escolares, si es que todavía no lo han hecho ya. El camino del crecimiento nunca es un camino regalado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario