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martes, 26 de enero de 2010

Plasticidad

            
El descubrimiento de la “autoplasticidad” del cerebro humano es uno de los más significativos y de mayor alcance que las biociencias nos han ofrecido en estos últimos tiempos. No se trata de un simple descubrimiento porque de hecho está modificando de forma radical el pensamiento ortodoxo que enmarca tales ciencias. O sea que responde a la lúcida afirmación heideggeriana de que nuestra búsqueda de la verdad nos lleva no al hallazgo de simples contenidos nuevos sino más bien a la modificación de nuestro pensamiento. El hecho de que la estructura sináptica neuronal pueda ser modificada por el entorno debilita el paradigma cartesiano-newtoniano, la separación dualista entre res externa y res cogitans, sugiriéndonos que la materia es la contrapartida externa de los procesos internos y no una entidad separada, es decir, replanteando la dualidad estructura-función como una pareja complementaria de abordajes. También nos recuerda que no somos una entidad separada de la naturaleza sino que formamos parte de ella.

2 comentarios:

Juan Francisco Caturla Javaloyes dijo...

Este hecho de la plasticidad neuronal me parece fascinante y me invita a elucubrar, sin demasiado rigor científico, ciertamente.
Podríamos entender la conciencia como un si fuera un campo de fuerza y el cerebro como si fuera un sintonizador capaz de recoger e interpretar esta energía. De esta forma, este campo de fuerza que correspondería a una especie de conciencia colectiva, formaría parte de la naturaleza, es decir, tendría cierto soporte físico y podría polarizar nuestro cerebro en una determinada dirección. De esta manera, un ser humano puede crear un mensaje, es decir, un pedazo de información que pasa a ese campo de la conciencia y 500 años más tarde, ese retazo de información modifica el cerebro de otro ser humano. Es decir, las reacciones químicas surgidas en el cerebro de un gran compositor del S. XV pueden provocar unas determinadas reacciones químicas en el cerebro de alguien que escuche su música en la actualidad. Para mi es un claro ejemplo de interacción de la materia pero superando nuestra visión clásica de interacción en un espacio y un tiempo relativamente próximos.
Espero que este comentario tenga algún sentido y no sea, únicamente, producto de los varios chupitos de licor de avellanas que acabo de tomar.
Gracias Carles.

carles p dijo...

Hola Juan,

El modelo del cerebro como receptor de la conciencia aparece en numerosos trabajos de diversa índole y es una imagen particularmente grata para el biólogo -heterodoxo- Rupert Sheldrake. La interacción que apuntas creo que viene a ilustrar la idea de que la materia es una forma de manifestación de la conciencia.

Viva el licor de avellanas !!