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viernes, 21 de enero de 2011

Paternidad forzada

Existe una buena colección de piezas musicales que han alcanzado una notable celebridad –o la alcanzaron en un momento determinado- y que han sufrido lo que podríamos denominar una “paternidad forzada” ya que en su momento fueron atribuídas equivocadamente a famosos compositores. Durante muchos años la llamada Sinfonía Jena fue erróneamente considerada como una pieza de juventud de Beethoven (¿intereses comerciales de su editor?), aunque hoy sabemos que se debe a la pluma de un tal Friedrich Witt (que realizó un semiplagio de la sinfonía 97 de Joseph Haydn). La popularísima Sinfonía de los Juguetes fue atribuida a Haydn durante muchos años para después pasar a formar parte del catálogo de Leopold Mozart y, más recientemente y con algunas disputas, del monje Edmund Angerer. Un caso curioso de lo que podríamos llamar “abandono prematuro” es el de la canción “Se tu m’ami”, atribuida por Alessandro Parisotti a Gian Battista Pergolesi en su famosa recopilación de arias y canciones del barroco, todavía en uso en los estudios formales de canto. Lo más curioso del caso es que Stravinsky hizo uso de esta canción para su ballet de 1920 Pulcinella, basado en reelaboraciones de música de Pergolesi. Parece ser que el autor de la famosa canción no fue otro que Parisotti, que la “coló” con picardía entre las piezas clásicas que había recopilado (entre las cuales, dicho sea de paso, había otros “errores de paternidad” involuntarios, como la no menos célebre “Quella fiamma” atribuida a Benedetto Marcello y compuesta en realidad por Francesco B. Conti). Gran parte de la música orquestal atribuída inicialmente a Pergolesi (quien murió con 26 años) ha sido en tiempos recientes “recolocada”. La también famosa pieza “El trompeta voluntarioso”, que forma hoy en día parte integrante del paquete de “tópicos musicales-nupciales” fue hasta hace algunas décadas atribuída a Henry Purcell cuando en realidad es obra de Jeremiah Clarke (y su nombre real es “Marcha del Príncipe de Dinamarca”). Un último ejemplo: el celebérrimo dúo de los gatos, que está basado en temas musicales de Rossini, pero no se debe a la pluma de este compositor sino al británico R.L. de Pearsdall. En la mayoría de los casos citados unas obras que habían sido bastante populares fueron atribuídas a supuestos autores más reconocidos que sus más humildes originadores. Aquí no vale la prueba del ADN (gracias a Dios).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Carles:
Això que comentes em fa pensar en
el que recentment ha passat amb el suposat quadre de Goya, "El coloso".Un cop va sorgir la sospita de que potser no fos obra de Goya, les teories més curioses van aflorar, entre elles la més plausible de que fos un esbós (potser no del mestre) o una superposició feta al taller amb intenció de temptativa o assaig. Però el més interessant es que l' aura que fins ara havia rodejat l' obra, es va perdre enmig de consideracions certament de severa crítica.
POtser per quedar, ja per sempre, perduda la noció d' autoría en les obres arcaiques, aquestes recuperen la seva aura autèntica, capaç d' emocionar- nos sense l' enterboliment de la personalitat.
Tant de bó que aviat puguem dir adéu a Mr. Freud!
Una abraçada. Rosa.

carles p dijo...

Hola Rosa,

Crec que aquestes pulsions que envolten aquests fenòmens com el del famós "coloso" responen a les estructures de coneixement mítiques arrelades al nostre interior. Des d'aquest punt de vista, mai no podrem dir adéu a Herr Freud, només fer que dormi plàcidament...

Una abraçada,

C