Siempre he querido ser diferente. Eso no deja de ser un desequilibrio, porque todos formamos parte de lo mismo, o todos somos manifestaciones de lo mismo. Querer ser diferente y temer ser igual supone una ceguera a este respecto. Hay otros que siempre han querido ser iguales y temen ser diferentes. Es otro desequilibrio, porque todos tenemos nuestras particularidades; todos somos, en cierta manera, diferentes. Querer ser igual supone una negación del libre desarrollo. Lo ideal, lo nirvánico, es no querer nada en especial. Caminar alegremente, incluso mejor realizando unos pasos de baile. El tipo de baile que cada uno prefiera, o el que la vida le permita.
4 comentarios:
Fratello,
Estoy de acuerdo contigo en que querer ser diferente a toda costa o bien, en su alternativa especular, esforzarse en no sobresalir para nada de la manada, es una situación de desequilibrio. Pero, a mi entender, lo importante es que tanto el que quiere destacar como el que no, se sienta cómodo en su papel. Es decir, que no hay nada más desequilibrante que un conflicto personal interno provocado por unas aspiraciones no alcanzadas y que producen un malestar contínuo en el individuo afectado, que sigue bregando en sus objetivos quiméricos en lugar de fijarse unos más asequibles. Tomando tu ejemplo del baile, pretender bailar como Fred Astaire y amargarse por ello si uno no llega a ese nivel, en lugar de sentirse satisfecho con los progresos logrados, es mucho peor que el mero hecho en sí de querer destacar. Al final, todo se reduce a disfrutar de un estado mental equilibrado del que, lamentablemente en la sociedad en que vivimos, muy pocos pueden hacer gala.
Saludos,
fp
Fratello,
Tienes razón en lo de los desequilibrios que producen los objetivos quiméricos, aunque yo me refería al hecho primario de querer diferenciarse o querer camuflarse (o no querer nada en especial). Lo del baile es una forma de hablar. Quería referirme a una actitud frente a la vida, aunque al final la palabra fué a parar al título del post.
Saludos,
fp
Hola Carles:
Ser diferente equivale a sufrir, tanto si lo mostramos como (por no quererlo) si lo escondemos.Cada época tiene sus "diferentes", estigmatizados por el resto, que obliga a pagar la diferencia con crueldad e incomprensión. A mi me parece que en realidad,todos tenemos algo de ambas cosas,y el juego de mostrar en cada ocasión lo que más nos conviene sólo se aprende con los años. Con muchos años. Y además, nos encontraremos con que , entre nuestros "iguales en la diferencia", hay también otras diferencias, generalmente insalvables y aún más profundas. Pero, como tú bien dices, no hay que encerrarse en una torre de marfil, sino bailar ese baile que nos pide el cuerpo,o cantar, como dice Rilke..."los poetas se quejan, cuando deben cantar"...
Un abrazo. Rosa.
Hola Rosa,
Ser diferente equivale a sufrir, pero ser un indiferenciado miembro de una manada alienada (palabra camp!) equivale a sufrir más todavía si se es mínimamente consciente de ello. Tienes toda la razón en cuanto al juego que describes. Adelante con el baile!
Un abrazo. Carles
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