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miércoles, 20 de junio de 2012

Mentiras


            No hay mayor mentira que una verdad antigua, dice el refrán. Puede parecer herético, pero las verdades también evolucionan, se despliegan e incluso cambian abiertamente. Las verdades antiguas que siguen vigentes lo son porque se renuevan constantemente y es por ello que son actuales a pesar de su edad. Como le pasa a la música de J.S. Bach ó a la poesía de Petrarca. En Occidente, desde Parménides, tendemos a identificar las verdades como objetos y no como procesos. Normalmente no tenemos problemas en admitir que las verdades que atañen a usos y  costumbres, modas, dogmas, puedan cambiar. En cambio, tendemos a creer que las verdades científicas son una conquista inmutable y perpetuamente actualizada. No es cierto. Las verdades de la ciencia, como cualquier otra verdad, pueden envejecer y ser substituídas por nuevas verdades. No es que las antiguas verdades pasen a ser mentiras; simplemente no se adecúan al paradigma actualizado y su grado de “verdad” disminuye. Muchas de las que se toman en la actualidad como verdades absolutas de la ciencia no son más que dogmas implícitamente aceptados no muy diferentes de los que los poderes religiosos sostenían hace pocos siglos. El hecho de que la ciencia natural estudie fenómenos externos e intersubjetivos sostiene la creencia en sus supuestas verdades absolutas, mientras que se ignora que el estudio científico de la naturaleza sigue siendo una actividad puramente humana.

1 comentario:

rosa dijo...

Hola Carles!
También hay (como decía un amigo mío) algunas verdades que se vuelven locas...
Un abrazo. Rosa