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jueves, 18 de octubre de 2012

Sonodinámica


                        En el ámbito musical el término dinámica se utiliza casi siempre para hacer referencia al volumen del sonido y sus gradaciones. En ocasiones también a la naturaleza de los ataques de cada nota aislada. Pero sólo raramente se ha utilizado, paralelamente a su concepto homónimo en mecánica, para describir las relaciones entre velocidad de sucesión de sonidos ó tempo (lo que sería en mecánica la cinemática) y las fuerzas implicadas (entendiendo por ello su volumen, su peso, su densidad, su viscosidad…). Las propiedades mecánicas de fluidos que acabo de enumerar se adaptan muy bien a la música, que también puede considerse un fluido (con sus leyes de Newton, Bernouilli y Ohm particulares). En un fraseo musical habitual, el volumen suave está así relacionado con una velocidad mayor (dinámica leggiero) que el volumen más prominente (dinámica pesante) -aunque los intérpretes principiantes suelen caer en el error de  acelerar el tempo cuando la indicación dinámica pasa de piano a forte-. Esta sería una forma de enunciar el principio de conservación de la energía del flujo musical (el teorema de Bernouilli musical). El peso musical no es exactamente lo mismo que su nivel auditivo o volumen. Un coro de cien personas cantando en pianissimo emite un sonido con más peso que una soprano cantando en fortissimo, a pesar de que el sonido que emite ésta última registra un mayor número de decibelios. La densidad musical se puede intuir a partir de los conceptos de claridad y espesor. Sería un poco una medida del número de eventos por unidad de tiempo, entendiendo que aquí también deberían de considerarse, además del número de voces, los diferentes timbres empleados y sus correspondientes volúmenes. Las dinámicas leggiero admiten más eventos sin afectar tanto a su densidad. Las dinámicas pesante llegan antes a la saturación. La viscosidad musical ya incorporaría, además del volumen, peso y densidad (tempo, dinámica, timbre y contrapunto) otro elemento: la armonía. El comienzo del preludio de Tristán e Isolda, por poco denso que sea, es también muy espeso (poco viscoso), porque su avance armónico es totalmente incierto. La música barroca es poco viscosa porque su avance es rítmico y no armónico, está impulsada desde atrás y no buscando una meta, un poco como un mecanismo de relojería que avanza implacable hasta que se le acaba la cuerda. En medio de estos extremos, el clasicismo supone un equilibrio de todos los parámetros anteriores. En nuestros días es posible hallar todo tipo de combinaciones, desde altas densidades poco viscosas hasta pesos ligeros muy viscosos. ¡Otro día tengo que desarrollar mejor todos estos conceptos!

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