Las redes sociales han llegado ya a ocupar un lugar central en la cotidianeidad de nuestra sociedad. Como instrumento de presión social muestran un poder para nada desdeñable. Como instrumento de transmisión de ideas profundas ó de riqueza intelectual son más bien limitadas, dado el ámbito en que se mueven: el de unas pocas frases escritas al vuelo sin tiempo para la reflexión. Lo que inevitablemente muestran -entre otras cosas porque su formato invita precisamente a ello- es a la exhibición impúdica de egos y opiniones que no interesan demasiado al prójimo ("a Menganito le ha gustado esto"). Aunque el presente blog, que cumple ya siete años, rezuma por doquier sabores para nada ocultos he intentado evitar sistemáticamente la exposición abierta de gustos personales. Me ha interesado mucho más suscitar la reflexión (aunque fuera utilizando como puntos de partida mis propios puntos de vista). Por una vez, y a guisa de felicitación navideña, expondré alguno de entre mis gustos musicales. Con la edad (esto ya lo leía hace cuarenta años) el interés por la música de cámara se acrecienta. Estas son mis propuestas musicales camerísticas para el año nuevo:
- El luminoso quinteto con clarinete, obra típicamente de la última etapa mozartiana en donde simplicidad y hondura se dan la mano de forma natural.
- Beethoven constituye por sí solo un capítulo en la historia del cuarteto de cuerda. Especialmente sus últimos cinco piezas de este género han resultado especialmente significativas e influyentes (no sobre sus contemporáneos sino unos buenos ochenta años más tarde). Me gustan todos, pero especialmente el op 130, el que originalmente finalizaba con la Gran Fuga, posteriormente substituída por un final más convencional. Un corto movimiento central liviano nos dice más sobre la alegría de vivir que mil páginas primorosamente escritas.
- Schubert, el "cuarto gran clásico" muestra con sus últimos cuartetos una maestría extraña en un hombre de treinta años. Especialmente el cuarteto nº 15 (el último) exhibe una belleza compleja, lejana y a la vez cercanísima.
- El famoso cuarteto con clarinete, una de las obras maestras de Brahms, que se habla de tú a tú con la obra homónima de Mozart.
- La forma cuartetística no vuelve a alcanzar momentos de gloria hasta con los seis cuartetos de Bartok.
- La producción de Stravinsky no abunda en música de cámara pero la elegancia contrapuntística del finale del octeto es una buena terapia tonificante (atención a la lumninosidad de los últimos compases!).
- El principio del Cuarteto para el Fin de los Tiempos de Messiaen es todo un tratado de estasis musical, en perfecto acuerdo con el título de la obra.
- El primer cuarteto de cuerda de Ligeti, hijo de los de Bartok, temprana muestra del talento de su autor.
- Una de las últimas piezas de Morton Feldman. La trans-racionalidad musical.
BON ANY NOU !!