La desinformación sistemática es una forma de cultivar un poder tóxico. Hasta no hace demasiados años, buena parte de los médicos se guardaban muy mucho de explicar a sus pacientes sus procesos y razonamientos. Incluso excluían al paciente del acceso a sus propias pruebas, que retenían con el ánimo de retener así a un cliente asustado por sus salud y con un respeto ciego para con las batas blancas. Es evidente que una buena parte de la población muestra un grado de cultura digamos que mínimo y en este caso se hace más difícil dar explicaciones, pero nunca puede justificar la citada actitud. Los poderes religiosos tradicionalmente han hecho y básicamente siguen haciendo una cosa similar: cultivan el infantilismo de sus adeptos, quienes asustados por el futuro y con un respeto ciego para con las vestimentas religiosas siguen el juego fácilmente. Esta situación solamente se puede combatir con el cultivo personal, la educación. Considero la educación como una de las actividades humanas más complejas. Educar no consiste en explicar contenidos de forma plana, como programar un ordenador, sino que consiste en hacer ver a alguien cosas que éste no puede saber que existen. Desde este punto de vista, educar es acompañar en la maduración, revisándola y estimulándola. La maduración socialmente aceptada como tal concluye en la etapa de madurez media que presenta una sociedad, pero en realidad la maduración puede proseguir a través de etapas más avanzadas. En otras épocas, a la aceptación de trasuntos propios de una etapa madurativa todavía no alcanzada se la llamaba fe. Tal palabra ha caído hoy en desprestigio porque se asocia no tanto a la hipótesis de trabajo sobre etapas de mayor madurez o desarrollo sino a la propia situación inmadura o infantil desde la que habla el sujeto. Cuando uno no ha alcanzado suficiente madurez artística como para apreciar la obra de determinado autor no tiene más remedio que pensar que quizás algún día en el futuro sea capaz de hacerlo. Éste es el acto de fe, la hipótesis. Es más fructífero seguir esta metodología que lo que se hace habitualmente: negar la validez del autor y descalificarlo sin más. Este hecho solamente denota nuestros miedos hacia lo todavía no conocido.
6 comentarios:
Fratello,
Tus últimas frases “Cuando uno no ha alcanzado suficiente madurez artística como para apreciar la obra de determinado autor no tiene más remedio que pensar que quizás algún día en el futuro sea capaz de hacerlo. Éste es el acto de fe, la hipótesis. Es más fructífero seguir esta metodología que lo que se hace habitualmente: negar la validez del autor y descalificarlo sin más.”, me han hecho pensar (que es lo bueno de tu blog, por cierto).
Hay obras de Ligeti o de Cage (sí, soy consciente que son algunos de tus preferidos) que no puedo apreciar, ni creo que lo haga en un futuro. Entonces, ¿de qué me sirve la fe? Sin embargo, no tengo por qué negar al autor, ni mucho menos descalificarlo. Existe otra vía a la que señalas: sencillamente, lo respeto y dejo que otros le admiren. Y ahí es donde aparece la educación: abrir la mente y ejercitarla en desarrollar un sentido crítico hacia toda la información que le pueda llegar, pero con una única premisa, una sagrada regla de juego: respetarla siempre que no afecte la convivencia pacífica con los demás (por ejemplo, la propaganda del KuKluxKlan no entra dentro de esta norma, luego hay que luchar contra ella). La tarea educativa es ardua porque la información exterior es ingente. Y, lo que es peor, muy venenosa: muchas veces su intención es inocular la pereza en el espíritu crítico para convertirnos en consumidores descerebrados que traguen todo lo que les echen por el simple hecho de estar de moda.
Ir a contracorriente es muy duro, por ello educar también lo es. Por suerte tus reflexiones nos ayudan a hacer más llevadero nuestro paso por este océano informativo que, más que un vergel de cosas interesantes, parece un desierto, con contados oasis que valgan la pena de hacer un alto en el camino.
Hasta tu próxima aportación,
fp
Fratello,
Cuando introduzco el símil de la obra artística (es eso: sólo un símil)no me refiero únicamente a autores que nos puedan parecer muy recientes. En mi caso concreto, confieso que después de 40 años de escuchar y 30 de hacer música, sólo en los últimos años he podido apreciar intensamente la obra de cámara y sonatística de...Franz Schubert! de quien conocía bien y apreciaba la parte más conocida de sus canciones. Tales obras se me han abierto solamente ahora, después de años de tener fe en ellas pero nada más que eso.
Estoy muy de acuerdo con tus sabios juicios sobre la educación.
Ah!, te invito a escuchar uno de los estudios pianísticos de Ligeti con tranquilidad: http://www.youtube.com/watch?v=pbtO-NCSA14
fp
Fratello,
me ha encantado la pieza de piano que me recomendaste, una gozada. Otra cosa es que la haya "entendido", hay que haber estudiado música en profundidad para empezar a entender algo, y no es mi caso.
Volviendo a Ligeti, me choca que este gran compositor tenga producciones como la que he escuchado para piano al lado del "Poema sinfónico para 100 metrónomos", muy original pero algo vacío de contenido a mi modo de ver. ¿Cómo ves tú este contraste?
Saludos,
fp
Fratello,
Celebrob que hayas disfrutado con Ligeti. Si lo has hecho es que te has identificado, en grado suficiente, con algun(os) aspectos de la obra. ¿Por qué dices entonces que no has "entendido"? A mi juicio lo has hecho.
El poema sinfónico para 100 metrónomos es de 1962, todavía fruto de finales del período en que las vanguardias tenían todavía significado. Y además, bajo la capa de "gamberrada" observamos ya un interés por la desincronización y la música de fases que aparecerá después en forma madura (Monumentum, 1976), así como los efectos de masa sonora que ya habían aparecido en Atmospheres. El estudio pianístico White on white data de 1995, inmerso ya en la postmodernidad y en la que Ligeti tiene una edad en la que ya no tiene que demostrar nada en especial. Pero los contenidos son ambos ricos!
pax et bonum,
fp
Hola Carles y ¡feliz año nuevo!
Me ha gustado tu reflexión que parece indicar como todo proceso educativo parte siempre de un acto de fe. Estoy totalmente de acuerdo y no creo que pueda añadir nada más a lo dicho pero de alguna manera, el ser humano cree en la existencia de algún entendimiento más allá de su propio entendimiento y esto representa una fuerza madurativa constante.
Me da la impresión de que a veces, se trata más de un camino inconsciente, el que realizamos para acercar nuestro entendimiento y apreciación a una determinada creación humana.
Y también me he dado cuenta, por lo menos en mi caso, de que aquel dicho que dice que para juzgar a una persona, primero hay que amarla, es totalmente cierto. Esto nos prevendría, a priori, de juzgar las cosas desde el desconocimiento o la incomprensión.
¡Muchas gracias por tus reveladoras entradas!
Juan F.
Muchas gracias a tí por tus sabias reflexiones, Joan!!
Carles
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