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jueves, 27 de febrero de 2014

Resiliencia


            Constantemente nos vemos rodeados por historias de superación personal, de resiliencia, que nos ponen de ejemplo a seguir desde los periódicos hasta los libros de autoayuda, pasando por los anuncios publicitarios. Y como los occidentales están tradicionalmente enmarcados por la tradición de Parménides, nuestras historias de resiliencia siempre conducen a un estado final feliz, de superación y de triunfo. Nos cuesta mucho imaginar la resiliencia –como la felicidad- como un proceso. Preferimos hacernos una película y montar el correspondiente happy end (un poco a la manera del  …y fueron felices y comieron perdices… de los cuentos infantiles). Pero la vida no es una película sino un proceso complejo, evolutivo y multiperspectivista. El happy end de las películas tiene más bien un poder simbólico-catártico, como lo tenía la tragedia griega. El destino de Edipo resonaba –resuena- de forma simbólica en el espectador, a quien se le planta cara a cara con una pulsión inconsciente pero más que real. En la vida real las parejas felices no sólo comen perdices sino que crecen, se discuten, se reconcilian, se ayudan…

2 comentarios:

Lluís P. dijo...

Fratello,

Al gráfico bidimensional que acompaña tu entrada, yo le añadiría un tercer eje de coordenadas, al que pondría el nombre de “aprendizaje”. ¿Cómo sería su curva en relación al tiempo? ¿Y respecto al desarrollo? Creo que cada punto en el tiempo que se corresponde con un shock o estrés se traduciría en un máximo de aprendizaje y un mínimo en desarrollo. La resiliencia, entonces, sólo sería posible gracias al aprendizaje, al hacernos ver éste cuál es el camino correcto que hay que tomar después de una mala experiencia. Claro está, si uno no es capaz de aprender de las derrotas, entonces el colapso está servido. En éste último, el desarrollo vuelve a mínimos, mientras que el aprendizaje debería volver a marcar otro máximo. La recuperación, esto es, un desarrollo de nuevo con tendencia positiva, será más acentuada o menos según lo que se haya aprendido.
Siempre me he preguntado por qué en según qué sociedades la resiliencia se valora más que el fracaso, mientras que en otras es éste último lo que más marca a la persona en su evolución personal, pesándole como una losa cuando emprende nuevos proyectos. Como dice un proverbio ruso, caer es posible, levantarse es obligatorio.
Saludos,

fp

carles p dijo...

Fratello,

Absolutamente de acuerdo con tu tercer eje de experiencia. La experiencia digerida (qué difícil!) acaba transformándose en sabiduría. Y eso es realmente lo que vale, sea el resultado -siempre parcial y no definitivo- resiliente o no.
saludos de vuelta

fp