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sábado, 3 de enero de 2015

Finalismos


                   
           Desde hace más de una década el epígrafe “misión” luce en las más variadas empresas, desde caterings hasta transportes pasando por industrias, universidades, funerarias o apestosos canales privados de tv (donde exhibición escandalosa y memez galopante son también ampliamente justificadas de esta escasamente sutil manera). Todas ellas tienen una misión o, mejor dicho, se ven en la apremiante obligación de exponer su misión, que siempre resulta de lo más esperado y convencional (a pesar de que todas han hecho un buen desembolso a la parasitaria compañía generadora de “misiones”). Es curioso: la necesidad de una teleología ha sido una constante en la historia de occidente. De hecho, lo ha sido tanto la necesidad de buscar una finalidad como la de negarla, en una estéril dicotomía que todavía actualmente sigue debatiéndose en las arenas de la ciencia. El modelo darwiniano, desde sus orígenes, ha sido evaluado en cuanto a la supuesta falta de finalidad en su concepto de evolución y, curiosamente, el debate sigue hoy en dia en algunos sectores no tan irrelevantes de la sociedad americana. Digo curiosamente porque aparentemente nadie –ni los unos ni los otros- se ha molestado en considerar un modelo evolutivo más actualizado, conteniendo la teoría de sistemas y las matemáticas del caos, en donde “loops” de acoplo negativo y atractores extraños cumplen una función que debería de fascinar y abrir la mente tanto a un bando como al otro. Incluso en Europa, un escéptico un tanto histriónico como Richard Dawkins se ha permitido burlarse públicamente de la hipótesis Gaia en pos de una supuesta teleología que el modelo de James Lovelock nunca ha contenido. Los relatos míticos, en donde los personajes simbolizan diversos aspectos de la psique humana y las fuerzas del bien y del mal libran sus perpetuas batallas, abundan en teleologías. La finalidad, a fin de cuentas, representa, como la causalidad, una simple perspectiva que forma parte de un todo complejo que se embucla en sucesivas holoarquias. En nuestra relación con este todo complejo resulta mucho más operativo hablar de significación que de finalidad. Significación es un término proveniente de la psicología, pero no tan personal o privado como nos podría parecer de entrada. Recordemos que la significación es el cordón umbilical entre mente y phisis que sostiene el concepto junguiano de sincronicidad. Esta simple modificación nos ofrece la posibilidad de participar de tal complejo en vez de objetivizar algo tan rico, polifocal y multifinalitario.

2 comentarios:

Lluís P. dijo...

Fratello,

Sugiero que mandes al departamento de recursos humanos de la empresa que tú ya sabes la siguiente misiva:
“Muy Sres. Míos,
La Misión de la que hace gala nuestra gran Compañía expresa su papel en la sociedad que la ha visto nacer, crecer y alcanzar su actual prestigio. El reiterado reconocimiento que recibe Ésta por parte de los más variados agentes sociales es fruto de la labor de todos los colaboradores, entre los que tengo el orgullo de pertenecer.
Sin embargo, la sociedad cambia con el tiempo, y con ella también lo hacen las empresas, más aún aquéllas que tienen muchos años de vida, como la que nos ocupa. Eso me lleva a reflexionar que quizás los párrafos que constituyen el contenido de nuestra Misión corporativa llevan mucho tiempo sin actualizarse. ¿Se ha planteado desde su departamento la necesidad de incorporar en el mensaje un modelo evolutivo más actualizado, conteniendo la teoría de sistemas y las matemáticas del caos, en donde “loops” de acoplo negativo y atractores extraños cumplen una función que debería de fascinar y abrir la mente a los receptores del mismo? Ello redundaría en una teleología cuya finalidad, a fin de cuentas, representa, como la causalidad, una simple perspectiva que forma parte de un todo complejo que se embucla en sucesivas holoarquias. En nuestra relación con este todo complejo resulta mucho más operativo hablar de significación que de finalidad, algo que la Misión de nuestra Empresa ya incluye, pero que exige poner al día urgentemente.
Quedo a su disposición para aclarar cualquier duda al respecto, agradeciéndole de antemano su tiempo en este cometido que es el de todos.

Saludos,

J. Morales”

Ante el riesgo evidente de que el departamento de RRHH empiece una caza de brujas para desenmascarar al Cantinflas graciosillo de turno, no hay alternativa: dar un paso al frente y dar la cara para explicar con todo lujo de detalles cualquier aspecto que haya quedado poco claro, cometido que es pan comido por tu parte. Sólo así queda el enemigo desconcertado ante tanta osadía y, por el miedo a hacer el ridículo, se avenga a iniciar un diálogo que le permita discernir cuánto de verdad y cuánto de broma pesada hay en la propuesta. Entonces el peligro pasa de ser expulsado de la empresa a aguantar un ejercicio de mago de la risa ante la autoridad corporativa competente, algo de lo que tienes los huevos pelados, o sea que todo controlado. Y si necesitas apoyo, ya sabes a quién recurrir, que después de un poco de catecismo impartido por ti sobre los conceptos a los que aludes, me siento fuerte para un “tête à tête” con los de RRHH contigo a mi lado, que dos siempre son mejor que uno.

fp

P.D. Un poco de humor para empezar el año, que lo vamos a necesitar...

carles p dijo...

Fratello,

Me encanta la idea de escribir la carta de J.Morales y enviarla. Más que nada para comprobar que hoy en día la caza de brujas (asegurada)se realizaría de una manera light y complaciente, con una contracarta agradeciendo el interés y prometiendo estudiar el caso más a fondo...lo hacemos?

fp

Un suau 2015 també per a tu!!