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miércoles, 3 de agosto de 2016

Patrones



                        Un hecho de nuestro entorno inmediato que llama mucho la atención es la aparente falta de consenso respecto a temas de ciencia básica por parte de los propios especialistas. Es normal que las avanzadillas muestren este tipo de incompatibilidades, que el paso del tiempo y la aplicación del “método científico” se encargan de filtrar. Pero el fenómeno es creciente e incluso en campos como la física cuántica o la astrofísica se dan corrientes paralelas incompatibles que no parecen ceder. Desde luego, la asunción de tipo platoniano sobre la unidescripcionalidad del universo cada vez se sostiene menos. Muchos físicos que siguen creyendo (como el 90 % de los científicos actuales) en tal platonismo –es una creencia inconsciente sobre la que raramente se han preguntado- se entregan a fondo desde hace años a la tarea  de hacer compatibles modelos de física fundamental que chirrían entre ellos desde hace casi un siglo. Al mismo tiempo se preguntan sobre el nivel fundamental: el “ladrillo” mínimo con que podemos construir toda nuestra realidad física, bien sea éste materia, energía, campo o partícula (el famoso bosón de Higgs). Tanto una actividad como la otra están bañadas de un exceso de descomposición analítica, que la ciencia ha practicado durante siglos pero que en estos momentos se ve ya obligada a ceder en pos de una sintetización, de un sistematismo. El ladrillo fundamental no tiene para esta visión el interés que suscita, pongamos por caso, la aparición de emergentes. Aunque suene un poco pretencioso, creo firmemente que lo que necesita una revisión a fondo es el concepto del “método científico” que sea capaz de abrazar la complejidad del pensamiento actual. La época de Galileo fue heroica y milagrosamente fructífera, pero nos hallamos muy lejos de ella. No hay mayor mentira que una verdad vieja; ello es válido en todos los ámbitos en que nos movamos. En vez de buscar el ladrillo fundamental lo que se hace del todo necesario es ascender por el camino espiral que hace que nuestras generalizaciones se conviertan en casos particulares de alguna generalización de mayor orden. O sea, la búsqueda de patrones universales más que de ladrillos universales. 

2 comentarios:

Lluís P. dijo...

Fratello,
¿no será la gestión de “egos” un elemento a tener en cuenta para avanzar en la consecución de esta sistematización que reclamas? Es decir, que el científico creador o defensor de una teoría en boga raramente abre su mente a conceptos alternativos, tozudo en su visión particular, ciego a planteamientos nuevos por puro miedo a ver su construcción teórica derrumbarse como un castillo de naipes, arrastrando su reputación científica. Antes intentará introducir parches remendones, cual Ptolomeo para explicar el movimiento aparente de Venus, que humildemente se alejará de su teoría para escuchar otras voces. Cosas de la naturaleza humana, muy difíciles de modular.
Totus tuus,

fp

carles p dijo...

Fratello,

Si; el tema de los egos se añade a la complejidad del asunto. Pero Newton también lo debía tener muy gordo! En defensa de Ptolomeo, hay que añadir que él mismo dijo que su complicado sistema del movimiento planetario no era más que un parche, como dices tu, hasta encontrar una explicación mejor y más sencilla a tot plegat.

nihil obstat

fp