-¡Ni harto de vino te podré dar nunca la razón,
Zeitokovsky! ¡Todas estas conjeturas que con tanta alegría revuelves me parecen
tan gratuitas que no me atrevería ni a calificarlas de falsas! Hace años que
veo por donde vas y te aseguro que no haces más que alejarte de las
apreciaciones más comunes y razonables, que constituyen el camino de la veracidad
al cual, humildemente, intento honrar con mis contribuciones!
-¡Pero
cálmate ya, querido Menidov, que acabarás sufriendo un ictus! Yo solamente
pretendo ordenar mis ideas –nunca imponerlas- y para ello despliego las antenas
de mi conciencia. En ocasiones capto interferencias que tomo por señales claras
pero siempre intento aprender de mis errores…
Así
venían larga y repetidamente coloquiando
una pareja de jubilados bielorusos con inquietudes intelectuales en diversos
campos del saber.
-Es
que no puedo evitar una sensación de menosprecio hacia tu palabrería tan poco
fundada en la ciencia, y eso, debido a nuestra larga amistad, me causa un
profundo malestar psíquico.
-Pero
la amistad, amigo Menidov, está por encima de cualquier discusión pseudofilosófica
que podamos entablar. ¡Y tampoco sigue el método científico!
-También
lo creo así, viejo Zeitokosky. Y si la amistad no sigue el método científico es
porque se halla en el lado mental de la barrera cartesiana, separada del lado
material, objeto de la ciencia.
-Tu
problema, buen Menidov, es que das por sentados unos referentes que crees
estables, y yo no veo el mundo así.
-Y
¿como quieres que piense sobre el mundo y lo analice como objeto si no doy por
sentados unos referentes mínimos -que puedan satisfacer a todos- a partir de
los cuales pueda construir un edificio de conocimiento?
-No
te pido que derrumbes ningún edificio ni tengas que justificar cualquier
pensamiento como si estuviera libre de referencias, como hacen los
postmodernistas y deconstruccionistas. Pero sí me gustaría que considerases dos
cosas. La primera que amplíes un poco tu concepción del mundo como objeto y tu
mente como sujeto. Has de pensar que tu mente forma parte del mundo y que por
tanto no está situada en un mirador especial. La segunda es que no alienes tus
percepciones –ya sé que me dirás que unos mínimos intersubjetivos son condición
sine qua non para conocer-
situándolas así en un espacio neutro “realista”.
-Entonces
no hace falta que sigamos hablando. Vayámonos a casa y cultivemos solamente
nuestras funciones animales, ya que no es posible que desarrollemos ningún
conocimiento más allá del puro instinto animalístico.
-¡No
corras tanto, Menidov!¿De donde sacas todas estas conclusiones que a mi me
parecen tan precipitadas como a ti las mías?¿De la tradición?¿Del sentido
común? La tradición varía mucho cuando consideras diferentes tamaños de escala
mostrando que no es un esquema fijo, sino que evoluciona.
-¡Claro!
Evoluciona como la Ciencia! A base de acumular conocimiento, de ganar terreno a
la ignorancia…
-Pero
¿Dónde se acumula este conocimiento?¿En una especie de registro “salvado”? Este
conocimiento, amigo Menidov, forma parte de nosotros mismos, y evoluciona con
nosotros. Es más, nuestros referentes, nosotros mismos, evolucionamos con
ellos. El realismo ingenuo –que sostiene que cada vez estamos más cerca del
conocimiento absoluto- no puede existir; es una entelequia falaz. Y todos los
fundamentalismos, que ven el mundo construido a base de ladrillos, no son más
que ráfagas fugaces de espejismos que duran poco.
-Esto
es lo que no comparto, Zeitokovsky: ese poco valor que das a la Ciencia, que
avanza eliminando falsedades y preservando lo que puede aguantar los embistes
de la experimentación.
-Mira
Menidov, lo que nos separa no es el método sino la creencia básica en una
realidad externa, objetiva y aislada.
-¿Lo
ves, Zeitokovsky? ¡Eres un deconstruccionista!¡Ahora me dirás que la ciencia no
es más que un constructo humano!
-Si
por constructo entiendes una realización, te diré al punto que sí. Si entiendes
un montaje caprichoso que se mueve a voluntad personal te diré, también al
punto, que es evidente que no.
-¿Pero
es que acaso no ves, testarudo Zeitokovsky, que no puede existir más que una Física,
aquí, en Papua Nueva Guinea, en Saturno ó en Andrómeda?
-¿Pero
es que acaso no ves, testarudo Menidov, que solo estás enumerando lo que se nos
aparecen como espacios muy distantes, y que el propio concepto de espacio es
objeto de estudio de la Física y, como tal, varía con el tiempo ante nuestros
ojos?
Las
habituales discusiones entre los viejos amigos se habían ido agriando con los
años. Probablemente ya eran demasiado viejos para las alegrías de la juventud
pero no lo suficiente para la sabiduría de la senectud.
-Sí,
esto lo veo, y esto forma parte de lo que antes me refería cuando hablaba de
los avances objetivos que la Física ha realizado a lo largo de la historia.
-No
tengo nada que objetar a eso. Pero fíjate que la Física, como otros campos de
la ciencia, ha estado teñida en cada época con los mismos colores que las artes
y el pensamiento. Eso la ha hecho básicamente humana e histórica. El modelo
relativista y la termodinámica de Clausius, respectivamente, se parecen más al
cubismo y a la música de Wagner que a la mecánica newtoniana.
-Pero
la Física trata sobre realidades objetivas ¡mientras que el arte no! El
conocimiento científico es acumulativo y tiene vigencia mientras no es falsado.
-No
seré tan ingenuo de equiparar ambos tipos de conocimiento que de por sí tienen
notables diferencias, pero tampoco separaré radicalmente ambas realizaciones,
repito, humanas.
-Cuando
no queden humanos los planetas seguirán obedeciendo las Leyes de la Física.
-Pero
quizás en ese momento el Sol sea una gigante roja que englobe gran parte de sus
planetas, y en su seno las leyes de la física serán diferentes de las que rigen
ahora.
-¡Me
refiero a otros planetas, listillo!
-Mira:
hemos llegado a un punto muerto en nuestra discusión. Admitamos que hablamos de
cosas diferentes, o mejor aún, que nuestras aserciones se basan en creencias
diferentes.
-¿Creencias?¡La
Ciencia no se basa en creencias!
-¡Pues
claro que sí! El platonismo que exhibes cada vez que hablas de Leyes
Universales Eternas es una creencia.
-Pero
no puedes negar fácilmente ese principio…
-La
Universalidad y la Eternidad son relativos…que a fuer de situarse en una zona
estable del espacio-tiempo se nos aparecen como inmutables.
-Tu
también debes, por tanto, sostenerte en una creencia…¿o eres tan sagaz que ni
eso?
-Me
sostengo en la creencia de que todo evoluciona, incluida nuestra mente, que
atraviesa innumerables etapas de crecimiento que no terminan necesariamente en
la del sentido común…
-O
sea, que opones un heraclitismo a mi supuesto platonismo…
-Quizás
lo oponga como método para amplificar mi horizonte pero acto seguido intento
escalar una dimensión hasta que ambas creencias se solapen.
-¿Por
qué disfrutas tanto intentando desmontar lo que es sólido?
-Disfruto
imaginándome situaciones más amplias que las que estamos inmersos…
-Ya
que me planteas tantos contraejemplos del mundo del arte: ¿Qué crees que pasará
con la música de Bach cuando ya nadie la entienda?
-Pues
ese –por otra parte funesto y esperemos que alejado- día la actualización de
ese lenguaje ya no tendrá lugar y contemplaremos la música de Bach como un
objeto histórico y no como una experiencia actual
-¿Cómo
muchos de los intérpretes de música antigua nos quieren vender?
-Amigo
Menidov: ¿Ves como ahora sí que me has entendido?
2 comentarios:
Fratello,
El nudo de la discusión entre los dos venerables bielorusos lo creo resumido en la siguiente frase de Zeitokovsky: “Este conocimiento, amigo Menidov, forma parte de nosotros mismos, y evoluciona con nosotros. Es más, nuestros referentes, nosotros mismos, evolucionamos con ellos.” Estoy de acuerdo con esta afirmación, y me sorprende un poco la tozudez de Menidov, encerrado en su mente cartesiana.
Sin embargo, en el mismo párrafo del que he sacado la frase, Zeitokovsky afirma más adelante: “Y todos los fundamentalismos, que ven el mundo construido a base de ladrillos, no son más que ráfagas fugaces de espejismos que duran poco.” A mi modo de ver, la analogía del avance de la ciencia con un edificio en construcción, subiendo pisos desde los cimientos, es perfectamente válida, y puede incluir todos las percepciones “no-clásicas” que se vayan descubriendo. Entonces, no entiendo la crítica de Zeitokovsky a ”el mundo construido a base de ladrillos”. ¿Me debo considerar un fundamentalista si defiendo que la ciencia tiene en cuenta sus predecesores (léase “ladrillos”)? ¿Qué se me escapa en mi duda?
Totus tuus,
fp
Fratello,
Cuando hablo de fundamentalismos me refiero al aspecto fisicalista de ellos: la creencia –consciente o inconsciente- de que existe una especie de ladrillo primigenio en forma de partícula que explica el mundo físico. Creo sinceramente que tal cosa no existe. O bien existe y no existe a la vez, como el Papa de Schrödinger. Respecto a tu cuestión, creo que es equivalente a la pregunta sobre si el conocimiento científico es acumulativo o no. Mi opinión –que comparto con otros!- es que ni lo es ni lo deja de ser. Desde el momento en que creo que el modelo cartesiano es un subconjunto dentro de otros casos más generales puedo afirmar que no comparto al 100% ninguna de las dos posibilidades. Ya sabes: mi vieja historia de que el conocimiento no es algo externo a nosotros. Cada nuevo gran paradigma relativiza a los anteriores. No los sitúa ni en la papelera ni los graba en piedra. Los hace parciales.
Perdona por la espera! Totus tuus
fp
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