En varios de sus
primorosamente escritos y bien calculados pequeños best-sellers, el filósofo
Byung-Chul-Han contrapone la actual tendencia a la desconexión de emociones a
la anterior construcción de sentimientos a partir de una narrativa enlazante y
articulante de tales emociones. Quizás sea por mor de superar tal situación que
hoy en día buscamos y construimos las narrativas por doquier. En una
presentación de resultados relacionados con experimentación en ciencias
naturales, en el diseño de un concierto, en la presentación de obras plásticas,
se tienen que construir narrativas para que nuestro producto sea comprado. En
el caso de las ‘ciencias duras’ se está constantemente cotejando unos
resultados con unas hipótesis que se habían planteado previamente dentro de un
determinado paradigma. Con el arte, y dada además la pobreza de referentes, las
narrativas sirven para descontextualizar las obras y poderlas ofrecer a un
público cualquiera independientemente del grado de exposición o riqueza de
referentes que posea. Esto es postmodernidad pura, y no hay que perder de vista
que cualquier narrativa es posible y todas son igualmente válidas. El problema
es el de siempre: esta situación lleva a una estasis que previene ulteriores
desarrollos. Históricamente, los científicos más lanzados han buscado siempre
un grano de arena que desequilibre el mecanismo-paradigma a fin de inventar
algo nuevo y excitante (siempre después de asegurarse de que sus resultados
anómalos no fueran debidos a errores experimentales). Hoy en día -salvo algunos
casos en la academia- parece que se prefiera construir un producto acabado sin
fisuras a inventar algo nuevo (¡ya sé que lo último es privilegio de muy pocos!).
En el caso del arte, para evolucionar siempre hay que conocer para poder negar y
crear cosas nuevas. De lo contrario se estarán repitiendo cosas fuera de
contexto, nada más. Me gustaría responder a Byung-Chul-Han que la siguiente
etapa no representa el regreso al paraíso perdido, sino que construye un futuro
en constante evolución y que la transracionalidad puede partir perfectamente de
la a-narratividad. Para volver a conectar las emociones de manera diferente hay
que pasar por la desconexión que tanto le fastidia.
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