Nuestra ansia extrema por querer situar cualquier evento dentro de las coordenadas de nuestros modelos mentales –y excluir categóricamente aquellos que no encajen adecuadamente dentro de los mismos- ha acabado por hacer creer a la comunidad en la existencia de un espacio neutro común que simplemente se colorea con nuestros pensamientos y acciones. Es el modelo de la dualidad realidad dura-mente blanda. Los modelos alternativos, en el muy infrecuente caso de que se consideren, son tomados por simples involuciones, concesiones a la debilidad humana o, simplemente, cosas de locos. Entonces cree el espacio común que los autoexcluídos del único sistema posible forman parte de la cola de cierta distribución gaussiana que, partiendo de los casos “suaves” de poetas se extiende hacia los “activistas alternativos” para acabar en el grupo de los delincuentes y los terroristas. Me parece mucho más conveniente considerar un evento como una manifestación que cada uno percibe según su nivel de conciencia y conceder que el espacio común neutro no es más que un foro de intersubjetividad necesario para el entendimiento mutuo. Como las leyes ó el civismo. Pensar que todos somos iguales, percibimos igual y aplicamos idénticas estructuras de conocimiento para analizar los eventos es tan ingenuo como proclamar la igualdad por nacimiento de todos los hombres. Como sostenía Hanah Arendt, las leyes que proclaman la igualdad son necesarias precisamente porque tal igualdad no existe de forma natural.
2 comentarios:
y sí. en general observo que los pensadores hasta el siglo xix o digamos la década de 1920, desde cualquier corriente de pensamiento, buscaban la ley, la generalización.
luego, sobre todo a partir de la post segunda guerra mundial, el pensamiento se ha fijado más bien en las excepciones a la norma (considerando ya la norma como algo dado, "metafísico" y neutro, sino interno, histórico, actuante): pienso en foucault, barthes, deleuze, derrida y otros cabezones.
supongo que esto tiene que ver en parte con el hecho de que, tras la segunda guerra mundial, se tornó evidente que la democracia no podía basarse solamente en la afirmación de la voluntad de las mayorías, sino también por el respeto a las minorías.
pero tb la sociedad de consumo ha alcanzado un nivel de desarrollo de estereotipos (standings, los llama baudrillard) cada vez mejor perfilados para introducir en una subjetivación consumista a todas las personas, y entonces la mayor capacidad de individuación (el cuidado de sí, decía foucault) se torna más acuciante que nunca: sería el antídoto contra esta homogeneización del individualismo hedonista y consumista que padecemos. ¿no?
Estoy de acuerdo: la postmodernidad ha servido para barrer una ley común o generalización. Aunque parece que, logrado su objetivo, poco puede hacer para hacer avanzar el pensamiento: se ha convertido en un callejón sin salida.
saludos
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