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jueves, 4 de junio de 2009

Bienaventuranza


Un amigo me envía un correo con una presentación de esas que se hacen circular ahora con asiduidad y que tienen como objeto alegrarnos la vida o, como mínimo, darnos una pausa ó abrir una brecha en nuestra aparentemente frenética y gris cotidianeidad. En este caso no se trata de fotos magníficas con mensajes new age sino un recopilatorio de frases memorables del grupo Les Luthiers. Y una de esas frases, con la cara de seriedad que caracteriza a Marcos Mundstock de fondo, me llama poderosamente la atención. Dice: “Bienaventurados los que nada esperan, porque nunca serán defraudados”. A los ojos de la tradición occidental, esto puede parecer una sentencia llevada a su absurdo extremo, y de ahí su risibilidad. Pero vista con otra perspectiva, es una de aquellas afirmaciones que nos acercan a nuestro mismísimo centro, una vez despojado de nuestro yo más accesorio. Si se analiza desde un punto de vista preconvencional la afirmación tiene un sentido puramente lógico, correspondiente a un limitado desarrollo madurativo. Desde el punto de vista convencional, podría fácilmente hacerse una lectura en clave escapista o regresiva. En un mundo que es aparentemente movido de forma desaforada por objetivos y misiones, la afirmación cobra unos tintes casi subversivos. El sentido convencional afirmaría, sin dudarlo, que se trata de una afirmación enfermiza ó morbosa. ¡Si nada se espera es que se está muerto! El punto de vista posconvencional vuelve a modificar la percepción. Si nada se espera no se está muerto; se está más allá, en una zona transmental ó en el mismísimo Nirvana. El Nirvana no es un lugar sino un estado. Otra vez las aparentes paradojas del budismo: el despertar corresponde a ese estado, en donde lo único que existe es el Gran Vacío, el despojamiento de todo. Pero no se trata de una negación ó regresión. Ese Gran Vacío, de forma paradójica, lo contiene todo y es a la vez su origen. Cuando realmente asumamos el sentido profundo de no esperar nada y no ser defraudados estaremos un poco más cerca de la liberación.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Carles:
a l' espera de trobar el poema de que vaig parlar- te, aqui tens un altre de Jose Corredor Matheos que incideix també, com es habitual en ell, en aquests conceptes de buit o de nirvana. Aquest poeta te una clara vinculació amb la sabiduria oriental. Espero que t' agradi; pertany al llibre "El don de la ignorancia".

...La manera que tiene
el infinito
de caber en un cántaro,
horizontes que crecen
con el viento,
cuando la tarde acaba
y la última noche
no ha comenzado aún.

I un altre que no resisteixo a enviar- te...

POr la ventana abierta
¿qué pasa con la tarde?
La manzana que tienes
en la mano
te sorprende de pronto.
Contemplas la manzana
y vas viendo
lo que no es visible
ni invisible.
La manzana eres tú,
y la tarde eres tú.
Pero tú, tú ¿quién eres?

Es pot dir mes amb menys paraules?
Una abraçada. Rosa.

carles p dijo...

Moltes gràcies, Rosa, per aquests poemes tan adients !!

Espero el poema promès,

Una abraçada,

Carles

Juan Francisco Caturla Javaloyes dijo...

De nuevo uno de tus posts ha tensado la cuerda de mi espiritu para luego soltarla con gran reverberación.
Me brindas una nueva oportunidad para contraponer dos visiones opuestas de la vida, la occidental y la oriental, en permanente guerra fría. De la que mejor puedo hablar, como sufridor, es de la postura occidental, que concibe la vida, el mundo, la creación como entidades que tienden a un objetivo. No hay más que fijarse en las religiones judeo-cristianas o en el Islam, para ver como todo lo que constituye nuestro mundo es considerado como el medio, el vehiculo, la maquinaria que nos lleva hacia un fin, que imaginamos inteligente, con algún sentido. Por tanto, de acuerdo con la abominable y maquiavélica frase según la cual el fin justifica los medios, podemos pasar por esta vida sufriendo todo tipo de penosidades, a veces autoimpuestas, porque al final hay una recompensa que vale la pena. Imaginamos una meta final que dará sentido a toda nuestra existencia, sacándonos del sinsentido en el que a veces se convierten nuestras vidas.
¡Cuanto daño hace esta concepción de la vida! La postura que trato de autoimponerme cada mañana, luchando contracorriente, es justamente la contraria, “los medios justifican el fin”. El sentido está en el camino, no en la meta. Abandonemos la idea romantico-infantil del premio si me porto bien, si actúo bien. El premio lo recibimos con cada nueva bocanada de aire, aprovechémoslo hasta que la muerte nos sorprenda felices.

carles p dijo...

Totalmente de acuerdo con tu postura. La visión de la vida que más me interesa no es la occidental ni la oriental, sino la resultante de la integración de ambas, de la superación de la famosa dicotomía. En el fondo, la visión oriental está ya presente en Occidente mucho antes de la eclosión del New Age (Heráclito de Éfeso, S VI aC)de la misma manera que la semilla de Occidente se hallaba ya en Extremo Oriente mucho antes de la colonización de la India y la bomba de Hiroshima. La meta... una ilusión más, muy apta además para ser objeto de manipulación.