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domingo, 13 de febrero de 2011

Consejos


El consejo bienintencionado es un arma de doble filo. Ante un dilema o una situación compleja, cuando alguien se siente perdido y pide consejo a alguien de su confianza en muchas ocasiones acaba obrando de forma opuesta a la que se le había aconsejado. Ello se debe, sin duda, a que el valor del consejo no es otro que el de provocar una catarsis, de desembozar una situación de falta de flujo. Y la catarsis la debe de experimentar necesariamente el aconsejado, quien ya ha experimentado el nudo de la situación compleja. En ocasiones el aconsejador basa su consejo en el intento de abrir los ojos del aconsejado a una realidad que se le escapa o no acierta a captar con un grado suficiente de integridad. Pero el aconsejado rara vez abre los ojos porque aunque lo haga, su realidad puede ser muy diferente a la del bienintencionado aconsejador. Decía Satie: “haz lo contrario de lo que he hecho yo: no hagas caso a nadie”. Cuando alguien mayor que tú en experiencia, edad o grado jerárquico te intenta hacer ver el mundo a través de sus ojos lo debes de respetar (especialmente, en el primer caso, algo menos en el segundo y mucho menos en el tercero) y sacar un provecho de su privilegiada situación relativa, pero de ningún modo debes de dejar de oír tu voz interna, tu intuición, que seguirá contigo por una buena parte de tu vida. Eso sí, debes de educar y hacer madurar en grado sumo tu intuición, tu voz interna y tu conciencia en general, porque en caso contrario puedes llegar a estadios regresivos con suma facilidad (y encima confundirlos con signos de madurez, tal es el poder seductor de las regresiones).

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Fratello,

difícil tema el que tratas, pero bien planteado. Soy del parecer que la catarsis del aconsejado pasa en primer lugar por el análisis del aconsejador: ¿es alguien en quien puedo confiar?, ¿tiene experiencia en lo que me propone? Y sólo después de superar este primer escalón, atenderá (o no) al mensaje de su aconsejador. Huelga decir que la decisión que haya tomado sobre la persona de su aconsejador le determinará bastante el siguiente paso, esto es, el análisis del contenido del consejo: si cree que es de confianza, probablemente le hará caso, y si no se fía, desoirá lo que le dice. Por lo tanto, no somos objetivos en el consejo "per se", si no que prestamos mucha más atención al emisor del consejo, evaluándolo con un rigor que quizás debiéramos destinar a lo que nos está diciendo.
No soy muy partidario de dar consejos. Creo que experimentar en tus propias carnes las decisiones que has tomado tú solito es una de las mejores recetas para crecer como persona, para lo bueno y para lo malo. Es la manera de madurar que tan acertadamente apuntas en tu último párrafo. Como dice el refrán, envejecer es inevitable, madurar es opcional.
Termino con una frase de Lope de Vega: No hay cosa más fácil que dar consejo, ni más difícil que saberlo tomar.
Saludos,

fp

carles p dijo...

Fratellino,

No me negarás que en muchas ocasiones un sabio consejo emitido por una persona de confianza provoca el efecto contrario en el aconsejado. Creo que en el caso de dejarse aconsejar privan más las funciones inconscientes que los análisis de contenidos (sí que juega un papel más importante la consideración que tengamos hacia el aconsejador, como bien dices). Y sí, la experiencia es lo que nos hace madurar. Gran frase la de Lope de Vega.

¡ Gracias por tus sabios apuntes !

Anónimo dijo...

Hola Carlos
Tú lo has dicho. El consejo sería:escuchate a tí mismo.
Como continuaremos aconsejandonos;
lo mejor es recibirlos con gratitud y ofrecerlos sin sentirse imprescindible (esto es una sugerencia) Susana

carles p dijo...

Hola Susana,

...que conduce al inevitable conócete a tí mismo de los clásicos. Tu sugerencia me recuerda el "dar y tener, dar y dejar; quien no obra así es castigado por el cielo" del texto de Hoffmanstal para el straussiano Rosenkavalier.

¡ Gracias por tu generosidad !

Anónimo dijo...

Cuando trato de aconsejar a otra persona, primero trato de ponerme en lugar de esa persona... lo cual es imposible, pues, para estar en el lugar de esa persona debería SER esa persona... y no lo soy.
Por lo tanto entiendo que al aconsejar, sólo hablaré de mis cosas, de mi problemática y de mis posibles soluciones a mis problemáticas.
Y por lo tanto no podría ayudar a esa persona.
Y entonces, pese a que me desvivo por aconsejarle, no me queda otra opción que llamarme al silencio.

Carolina

Anónimo dijo...

Bue...
Esa sería la teoría, la verdad es que doy consejos a mis amigas a diestra y siniestra y no me puedo quedar callada :P

...cosas de mujeres?

Carolina

carles p dijo...

Hola Carolina,

Cuando alguien parece que pide consejo, normalmente lo que pide es un poco de empatía, apoyo. Como bien dices no podemos aconsejar, pero si escuchar, compadecer, estar al lado de alguien. Por tanto, cuando no te puedes estar callada también ayudas a tus amigas. Cosas de mujeres?...Uufff, eso es ya otro tema.

Carles