El fascinante mundo de la conciencia abarca numerosos ámbitos y niveles estructurales como son la percepción, la auto-percepción, el juicio, etc. La percepción se puede analizar de diversos modos, pero un modelo ampliamente utilizado por muy diversas escuelas psicológicas es el basado en las funciones psicológicas descritas por C. G. Jung en su tratado Tipos Psicológicos. Estas funciones son cuatro: los sentidos, los sentimientos, la razón y la intuición. Jung, en la formulación de los tipos, organiza unas díadas entre las funciones que él clasifica como “masculinas” ó “activas” (razón y sentimiento) y las “femeninas” ó “pasivas” (sensación e intuición), para cruzar cada función predominante con el carácter intra ó extra-vertido y así configurar las características de la relación entre los humanos y su entorno. Posteriormente se han derivado variantes de tal formulación como los tipos de Myers-Briggs ó más recientemente los temperamentos de Keirsey. No hace falta discurrir demasiado para deducir que cuanto mayor equilibrio exista entre las funciones psicológicas tanto más armónico será el devenir evolutivo del individuo porque acusará menos las operaciones que desarrollará su psique con el fin de compensar las eventuales carencias. Desde este punto de vista las cuatro funciones son absolutamente necesarias y el hecho de que normalmente los individuos presenten algunas de las funciones más desarrolladas no implica necesariamente categorización evolutiva. Sin embargo, las funciones por ellas mismas sí tienen un orden jerárquico que va de menos a más conciencia, del mismo modo que el proceder de la maduración a través de los diferentes períodos de la infancia tal como los plasmó J. Piaget en su obra. Bajo esta perspectiva podemos establecer que la sensación es la función psicológica más primitiva, propia de todo ser vivo; diferenciada en los cinco sentidos en los animales superiores. La sensación es la más “física” de las funciones psicológicas. Su contrapartida orgánica material está en el cerebro primitivo o reptiliano. Igual que el cerebro límbico se sitúa sobre el reptiliano, el sentimiento sigue a la sensación en la jerarquía de la percepción. Si las sensaciones son un driver para las conductas más primarias, las emociones lo son para conductas más evolucionadas, propias ya de las especies superiores, especialmente de la humana. Las emociones tiñen las sensaciones e incluso tienden a hacer lo mismo con el raciocinio, confundiéndose incluso a menudo con las intuiciones. Si las emociones son los caballos que tiran del coche, el raciocinio es el cochero que dirige los caballos. Si se enganchan al coche unos caballos salvajes, el deambular frenético hasta el colapso está asegurado. El raciocinio se relaciona con el neocórtex. Después de la cristalización y posterior glorificación de la razón que supuso la Ilustración europea, la consiguiente negación de la razón que supuso el Romanticismo y la consiguiente negación del Romanticismo que supuso la primera postguerra mundial, en nuestra época hemos hallado finalmente la conjugación de ambas necesarias funciones en un todo jerárquico al que llamamos inteligencia emocional. La última función, la intuición, es la menos conocida por ser la más evolucionada. Es, en cierta medida, una función transracional, en la que juega un papel importante el inconsciente y la experiencia. Mantiene una puerta abierta al pasado pero mira especialmente hacia el futuro, conviertiéndose en el motor de las búsquedas más profundas. Es un pegaso que ha logrado integrar al cochero y tira del carro en la oscuridad.
7 comentarios:
Fratello,
Destaco tu inspiradísima frase, “cuanto mayor equilibrio exista entre las funciones psicológicas tanto más armónico será el devenir evolutivo del individuo porque acusará menos las operaciones que desarrollará su psique con el fin de compensar las eventuales carencias”, porque me sugiere un punto de partida excelente para un montón de entradas a tu siempre sobresaliente blog. ¿Qué carencias deberían considerarse más lesivas para el individuo? Existen carencias eventuales, pero las congénitas, ¿conseguimos modularlas? ¿Es nuestra psique siempre capaz de detectarlas y actuar en consecuencia? El devenir evolutivo de un individuo, ¿alcanza un estado estacionario o el entorno le está condicionando constantemente?
Sin menospreciar lo dicho, debo confesarte que mi atención se ha fijado en una única palabra en esta frase: equilibrio, que equiparo a frágil cuando hablamos de psique. El equilibrio psíquico es algo altamente recomendable, aunque los grandes genios de la Historia, los Newton, Mozart, Napoleón, Gandhi, etc...¿eran realmente personas psicológicamente equilibradas? ¿No desarrollaron de manera extraordinaria una de las funciones psicológicas que tan bien describes para alcanzar resultados no menos extraordinarios? Si la respuesta es afirmativa, a lo mejor es más aconsejable estudiar en qué función psicológica sobresalimos cada uno de nosotros para orientarnos hacia ella y obtener los mejores frutos de su desarrollo, a pesar de que no lleguemos jamás a ser unos genios.
Enhorabuena por un artículo tan bien escrito como sugerente,
fp
Fratello,
Intento responder a tus preguntas: Cualquier carencia, si lo es en grado excesivo, es lesiva. Fíjate que trato de funciones que todos poseemos, en grado diverso. Una persona con carencia congénita absoluta de una o más funciones es rara. Nuestra psique inconsciente siempre está intentando compensar las carencias de la psique consciente. El devenir evolutivo, evidentemente, también depende del entorno: cuando se alcanza el grado de evolución medio de la sociedad se hace progresivamente más difícil avanzar. Entre los grandes genios, había de todo, como entre los ciudadanos anónimos. Lo que desarrollaron de manera extraordinaria (y muchasa veces, descompensada) fué una habilidad, no una función psicológica. Si nos focalizamos especialmente en nuestra función más desarrollada, hacemos crecer el desequilibrio.
Gracias por el elogio y por dejar volar tu mente con el post!
fp
Hola Carles: celebro tornar a trobar els teus comentaris sempre interessants.Bona metàfora la del cotxer i el cavall en la obscuritat! Crec que va ser Spinoza que considerava la intuició com la principal funció del cervell.
Per un senyor tan puntillós, això es molt dir! Ci vediamo. Rosa.
Gràcies Rosa, per la teva saviesa i el teu bon humor! Carles
Hola Carlos, creo que una de las mas bellas manifestaciónes de la intuición es la improvisación artística: misteriosa pero no mágica;tan alejada de las musas como inspirada; tan nutrida de conocimientos como ligera y espontánea.saludos Susana
Hola Susana,
La creación artística en general, la reflexión filosófica y la investigación científica pueden ser las tres mayores manifestaciones de la intuición. Saludos, Carles
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