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miércoles, 24 de octubre de 2012
Sanadores
A lo largo de mi vida me he relacionado con numerosos practicantes de la medicina New Age: sanadores, naturópatas, homeópatas, cosas más folklóricas…Una gran mayoría de ellos están en posesión de la verdad absoluta y son adeptos de una religión que combina sin pudor irracionalidad con avidez monetaria. Debo advertir (¡o quizás no haga ya falta a estas alturas!) que siempre he estado muy interesado en las vías alternativas, en la heterodoxia y en las visiones amplias que tengan suficiente enjundia como para ir más allá de la en ocasiones miope y acomodaticia ortodoxia. Pero pretender que esta operación se pueda hacer sin esfuerzo y a gusto del sacerdote-sanador, eso todavía es peor que la miopía y la mediocridad. Un elevado porcentaje de los sanadores New Age otorga al paciente la culpabilidad de su dolencia. Si uno sufre de la vista es que tiene un corazón tan duro que no quiere ver el mundo; si uno sufre de la piel es que tiene una rabia contenida y una visión negativa que le impide la sanación; si uno tiene cáncer es porque no ama lo suficiente….No es difícil ver una relación con los procesos de caza de brujas que organizaban las fuerzas vivas en el S XVI. Cuando los miembros de estas sectas pretenden explicar sus a menudo gratuitas apreciaciones en términos científicos –rationale incluído- es precisamente cuando aparecen como más patéticos (en numerosas ocasiones apelan a la mecánica cuántica, algo sobre lo que no tienen la más remota idea). No tengo ningún prejuicio que me impida creer que existen aproximaciones al mundo de la sanación diferentes de las occidentales, heterodoxas ó incluso increíbles. Lo que a estas alturas ya no creo en absoluto es que tales aproximaciones nazcan en una zona prerracional y a gusto personal del que las inventa o adapta a su –normalmente perturbada- personalidad. Muchos de estos charlatanes acaban confesando que ellos mismos han estado enfermos porque alguien –o sea, ellos mismos- les ha hecho mucho daño emocional. Por eso han acabado tan resentidos e invariablemente amenazan a sus atemorizados pacientes que si no siguen sus instrucciones al pie de la letra irán de mal en peor (extra ecclesiam nulla salus). Después indican el precio de la consulta rápidamente y en voz baja, quitando hierro al asunto, que suele consistir en una importante suma de dinero (negro). Por eso alguien (¿Woody Allen?) dijo que cuando alguien te habla de forma exclusiva de Dios o de salud ya puedes preparar el bolsillo.
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2 comentarios:
Fratello,
A la mínima mención de la mecánica cuántica, apuesto por preguntar al sanador de turno que te explique la paradoja de Schrödinger. Si detecta que hay gato encerrado (y nunca mejor dicho) en lo que le pides, quizás se dará cuenta de que su discurso sólo sirve para los ignorantes y rebajará su tono petulante; si, por el contrario, se envalentona en el papel de doctor-físico-embaucador, entonces mejor no volver a visitarlo. Lo triste del asunto es que el matasanos engañador volverá a utilizar la misma treta en el siguiente paciente.
Por desgracia, detectar a gente falsa no sólo se restringe al ámbito de los sanadores, y saber manejar a este personal que se cree ladino es una de las lecciones más exigentes de esta vida.
Ora et elabora,
fp
Fratello,
Creo que la lección es no dar las cosas por sentadas. Lo que confunde al personal es la equiparación de alternativo con renovado, de heterodoxo con fresco, de fashionable con auténtico. Mecánica cuántica aparte.
Pax et bonum,
fp
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