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domingo, 15 de diciembre de 2013

Estados


                        No he abundado en el blog sobre temas específicamente de actualidad política porque solamente me interesan de ellos los aspectos que se pueden extraer para elaborar visiones más generales. De otra manera, es fácil caer en el tópico de los dualismos, las clasificaciones, las proyecciones, las otredades y de esta manera dejar de profundizar en los temas. Ello es particularmente fácil en España, donde la cerrazón, la incultura y el primitivismo han tenido carta de presencia desde épocas inmemoriales. Ya lo decía con gran acierto Josep Pla: lo más parecido a un español de izquierdas es un español de derechas. Y frente a la cuestión del actual brote de segregacionismo en Catalunya caben muchas reflexiones. Vaya por delante que mi posición no es la de un feliz abrazo a una cualquiera de las partes. Las posturas triperas siempre pecan por simplistas. La primera cuestión atañe a la etiología de las supuestas posiciones enfrentadas. Tanto en una supuesta postura como en la otra hallamos concepciones con grados de evolución muy diferentes, desde los defensores de la patria hasta los ciudadanos de Europa y aun del mundo que viven en una región, pasando por el sector más poblado, el de los ciudadanos que viven en un estado moderno (moderno se refiere al S XV o al S XVIII, no a la actualidad). La postura preracional, la de los hijos de la patria, nos lleva hacia el territorio mítico que tanto agradaba a finales del S XIX, tanto a los hijos de la Renaixença como a los hijos del Imperio que se desmoronaba por momentos. La postura de la mayoría, la postura racional que supone que los estados han existido y existirán siempre como forma cerrada de administración, es la que normalmente va asociada al fenómeno del rechazo de una posición ajena para posteriormente hacerla renacer como propia. La del subordinado que odia a su jefe por una serie de razones concretas y que después, cuando él mismo accede al cargo, reproduce sin más aquellas actitudes que tanto odiaba cuando era otro el que las mantenía. La postura más evolucionada es capaz de ir más allá del concepto cerrado de estado. La patria tiene fronteras inamovibles porque están fundadas sobre el mito. El estado tiene fronteras móviles fundadas sobre las guerras y los acuerdos. El transestado tiende a ampliar las fronteras hasta hacerlas desaparecer. En un mundo de cultura, de economía y de costumbres globalizadas las fronteras no son más que residuos del pasado que cuestan de superar por interés de pocos y bobaliconería de muchos. O, como muestra la obra maestra de Jean Renoir La Grande Illusion, no existen tanto en sentido horizontal como en sentido vertical, entre clases sociales, provengan de donde provengan.

4 comentarios:

Lluís P. dijo...

Fratello,

Tu concepto de “transestado” puedo aceptarlo, pero sólo lo entiendo partiendo de una base de convivencia mutua fundada en el respeto y la ayuda recíproca entre países. Lamentablemente, ésta no es la situación de Catalunya. ¿Qué Catalunya es más rica que otras autonomías españolas y por ello debe contribuir más al desarrollo equilibrado del resto? Por supuesto, pero de ahí al inaceptable expolio económico actual hay un trecho que se debe corregir sin más demora.
Sin ahondar en el tema político, a mí lo que más me sorprende es la actitud cerril y miope de Madrid, empecinado en no bajar del burro y no querer dialogar sobre el tema. ¿Cómo se concibe una democracia sin diálogo? ¿Cómo es posible que no se hable del caso catalán con una clara voluntad de diálogo en las altas esferas políticas españolas? En países con una larga tradición democrática, como Inglaterra, esta cerrazón del partido en el gobierno sería inconcebible. Evidentemente, jugando hábilmente la carta de la presión del resto de países de la Unión Europea, los catalanes quizás podrán forzar la consulta, y entonces… ¡oh, sorpresa! quedará patente una vez más que nuestro pequeño país ha sido siempre lugar de paso de culturas y civilizaciones, mezclándose intrincadamente en el crisol del comercio y como punto de encuentro de las ricas culturas mediterráneas. Consecuentemente, el sí a la independencia se verá sobrepasado por un sí a una mejora de nuestra balanza de pagos con Madrid. Pero ésta es sólo mi apuesta, evidentemente. Y que conste que la actitud del PSC la encuentro deplorable, negando el derecho a la consulta.
Aprovecho la ocasión para felicitarte la Navidad que se acerca, el Año Nuevo y, por supuesto, tu querido blog que tanto nos enseña.

Un abrazo,
fp

Anónimo dijo...

Hola Carles,
te felicito por ser capaz de tratar esta cuestión sobrevolando posturas maniqueístas, actitudes viscerales y fantasías obsesivas.
Si no me equivoco escribiste este texto el mismo día que enterraban a Nelson Mandela, persona que fue capaz (con la colaboración de muchos otros por supuesto) de reconciliar y unir un país dividido. Su capacidad de compasión, perdón y aceptación del "otro" han sido ejemplares. El contraste con lo que nos rodea es desolador.
Gràcies per compartir les teves reflexions i Bon Nadal
Filo

carles p dijo...

Fratello,

Estoy de acuerdo con todo lo que dices, que no tiene nada que ver con lo que digo yo. El concepto de trans-estado tiene que ver con la superación de fronteras y de identificaciones. El reparto equitativo y justo deseable tendría que venir de una administración global, representativa y ética. La parcelización jerárquica en regiones -que no estados- seria natural, pero los poderes ejecutivo, judicial y legislativo deberían ser globales. Con ello me cargo todos los estados, español y catalán incluidos. En este mundo sistémico no existe nada independiente de nada.

Que tinguis un bon nadal i el millor any nou posible!
Una forta abraçada,

fp

carles p dijo...

Hola Filo,

Gracias por tus comentarios. El proceso de cambio en Sudáfrica se pudo llevar a cabo por un lado por la presencia de gente ilustre como Mandela y por otro porque el tema fue llevado desde un punto de vista sociológico-sistémico sin caer en secuestros emocionales de ningún tipo.

Gràcies per continuar llegint el blog i per fer comentaris!
Bon nadal i any nou,

Carles