A medida que la Postmodernidad se fue desarrollando el
mensaje de la inutilidad de la Ilustración fue tomando cuerpo entre nosotros.
La Postmodernidad fue lanzada y estructurada por filósofos –en el sentido más
amplio de la palabra-, pero el mensaje de la tal inutilidad ha sido desarrollado
por publicistas y propagandistas, que siempre han sido enemigos del pensamiento
crítico. Los resultados más increíbles fruto de la creciente ignorancia inundan
cada día los titulares de los medios de comunicación: el auge de los populismos
se está haciendo imparable. Mientras los publicistas de la propaganda lanzan
sus cada vez más simples consignas y los electores pican fácilmente “para
castigar la corrupción de los políticos convencionales” se impone una urgente
reflexión. La corrupción, como cualquier fenómeno histórico-social, es
sistémica, o como dicen ahora los media,
coyuntural. No existen políticos buenos y políticos malos. Existen males de una
época, y estos males los padece toda la sociedad. Ni a los políticos
convencionales ni mucho menos a los publicistas de la propaganda les interesa
decir cosas como ésta. Prefieren utilizar el viejo método del chivo expiatorio.
Esta era una usanza propia de la visión mágica del mundo. Los males pasaban a
la víctima de forma mágica y una vez muerto el perro muerta la rabia. Ahora,
aunque constantemente se invoquen de forma más o menos velada las estructuras
míticas e incluso a veces mágicas de la mente, se deben de decorar con
argumentos racionales –aunque sea una racionalidad propia de la primera
adolescencia-. Y con el tambalear de la Ilustración, la idea de globalización
(la de ampliación de horizontes; no la idea capitalista homónima) se tambalea.
El fermento de la Europa unida apareció durante la Ilustración, aunque no pudo
ser llevada a cabo hasta que innumerables guerras no actuaron como revulsivo de
conciencias. Ahora todos los populismos cuestionan esta ampliación de
referentes. Y con ayuda del miedo logran que grandes sectores idiotizados de la
población lleguen a creer lo que si tuvieran un mínimo pensamiento crítico les
parecerían ideas ridículas. El miedo a perder no se sabe ya qué, porque la
pérdida de referentes y de ilusiones es el driver
que desencadena cualquier miedo más tangible. Crisis equivale a cambio, a
crecimiento, aunque nunca se sabe a qué precio. Crisis, por cierto, también
puede equivaler a desaparición.
2 comentarios:
Hola Carles:Mucha razón en lo que dices, y aunque no se me ocurre que añadir,si te diré que viendo la elección del nuevo presidente alemán,el vuelco que está dando el mundo aparece aún más patente y dramático. Ahora los nazis están en América, con Trump y su tropa, y parece que Alemania vaya a hacer de contrapeso ideológico. La nueva guerra que se prepara será terrorífica.A no ser que su propia idiotez los neutralice a todos.
Lástima que el presidente de Alemania no tenga poder político!
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