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miércoles, 11 de abril de 2018

Cardinales



               A fuerza de tanto repetir que vivimos en una sociedad abocada al precipicio de la incomprensión, la ignorancia, la imbecilidad, la ignominia y la inmolación me lo acabé creyendo. Y mis subsiguientes pensamientos y acciones, claro está, fueron absolutamente coloreados y matizadas por tal creencia. Y cada vez que pisaba el freno y miraba hacia el retrovisor, con ánimo de comparar lo que tenía delante y lo que tenía detrás, caía presa de esa inconmensurabilidad gnoseológica a la que tan finamente llaman paradigm shift. Y no solo no lograba encontrar un metaespacio desde donde visualizar simultánea y nítidamente las dos zonas sino que cada vez la trampa epistemológica se cerraba más y más en torno a mi mente y oprimía con más fuerza mi fuente de inspiración, que parecía secarse por momentos. Así fue como llegue a la conclusión de que debía acudir a un gurú inspiracional, un maestro místico o algún hábil charlatán que volviera a enderezar mi entendimiento so pena de caer en una especie de decadencia senil prematura. Pero… ¿Dónde buscar tal gurú? ¿Debía mirar hacia adelante, hacia atrás, hacia los lados o hacia arriba? Si miraba hacia atrás mi selectiva aprecición encontraba a viejos maestros cuyas enseñanzas parecían en su momento eternas pero la aplicación de las cuales parecía en el momento actual fuera de contexto. Si miraba no tan hacia atrás me topaba con mis predecesores directos: progenitores, maestros, ex-compañeros y ex-profesores el recuerdo de los cuales no hacía más que aumentar mi sensación de vértigo y tristeza por la pérdida de un tiempo pasado que, una vez más, parecía simplemente mejor. Como siempre he tratado de evitar esta sensación de refugio virtual que ciertamente apacigua a la corta pero que enloquece a la larga, miré a los lados. El problema era ahora muy diferente. El torbellino frenético al que estamos estructuralemente sometidos precluye el paisaje lateral. Sus vórtices voraces literalmente engullen toda nuestra perspectiva lateral o externa. No existen exteriores. Todo parece englobado por el torbellino. Si lo que quería era ganar una posible metaperspectiva no iba por buen camino, así que decidí mirar hacia delante. En esa dirección se podían observar gurús de todo tipo, algunos con pretensiones visionarias, otros más puramente folklóricos, muchos iluminados, también bastantes chiflados (la conjunción incluída), mercachifles, algunos finos analistas y muchos, muchos mamarrachos. Y, evidentemente, algunos que no podía clasificar fácilmente pero que podían caer en uno  cualquiera de los grupos anteriores. Mi intención última para con este grupo no era sin embargo la clasificación sino el hallazgo de puentes de comunicación con el pasado que me permitieran conocer mejor el futuro. El establecimiento de metapuentes, vaya. Por mucha ruptura epistemológica que hubiera pensaba que, alejándose lo suficiente, la tal grieta podría necesariamente permitir la creación de tales metapuentes. Pero ahí, ay, me engañaba sin saberlo. Porque las situaciones, los metapuentes, las epistemologías y demás tanto se nos pueden presentar como objetos que como procesos. Como la luz. Y a medida que me alejaba de la grieta epistemológica con objeto de hallar la conexión natural que la cerrara me encontraba más con una dinámica, con un sistema en evolución que con un objeto de dimensión espacial. Decidí una vez más cambiar de dirección y oteé hacia arriba, quizás buscando un deus ex machina que de repente iluminara la situación, clarificándola. Me imaginaba un espectáculo poético-circense a medio camino entre la revelación divina y el juego mistificador del prestidigitador. Mirando hacia esa dirección, sin embargo, me pasaba una cosa diferente a las experiencias anteriores. Tan pronto veía una multitud de sombras difusas que parecían quererme decir algo como una imagen más nítida pero inexpresiva como en muchas ocasiones no veía absolutamente nada. Al cabo me percaté de que esa dirección era en realidad una subrogada de otra dirección que no procede de la espacialización. Cuando miraba hacia arriba salía en realidad de la esfera del tiempo espacializado y entraba en la esfera de la interioridad des-temporalizada. Cuando miraba hacia arriba miraba, en realidad, hacia mi interior. Y allá había de todo –o no había nada, dependiendo de mi estado, mi receptividad y mis expectativas-. Fue así como, con mucho esfuerzo, logré construir una narrativa que podía recoger o, mejor dicho, contener todos los puntos de referencia que necesitaba para esbozar un modelo. Mi modelo, que no debía enfrentarse a otros modelos, sino abrazarlos.

6 comentarios:

Lluís P. dijo...

Fratello,

Cuando escribes “Y a medida que me alejaba de la grieta epistemológica con objeto de hallar la conexión natural que la cerrara me encontraba más con una dinámica, con un sistema en evolución que con un objeto de dimensión espacial”, debo confesar que he exclamado un “Eureka!” al encontrar una nueva fuente de inspiración de tu blog. Sencillamente, sólo con que te dediques a explicar la anterior frase entrecomillada en lenguaje apto para las mentes simples, ya tienes una nueva entrada. De acuerdo, te parecerá que te estoy tomando el pelo, y es cierto que no escribes para traducir al vulgo, pero hay algo de verdad en lo que te digo. No obstante, olvídate de mi comentario, no soy yo quien decide sobre lo que quieres escribir, faltaría más.
Lo más relevante de esta entrada de tu blog es la frase “logré construir una narrativa que podía recoger o, mejor dicho, contener todos los puntos de referencia que necesitaba para esbozar un modelo.” Por lo tanto, no te demores más y haznos partícipes de tu nuevo modelo, cuéntanos qué has encontrado, cuáles son estos puntos de referencia de los que nos hablas.
Sólo hay una cosa segura, seguiremos leyéndote para seguir aprendiendo.
Saludos,

fp

Anónimo dijo...

Hola Carles,
este post es uno de los más contundentes que recuerdo haber leído en tu blog. Creo que razón no te falta para la crítica que haces (tu o tu personaje). Qualquiera de nosotros por limitado que sea su mundo personal y profesional experimenta esa sensación de "vértigo" ante la decadencia y la deshumanización de la sociedad que nos rodea.
Me parece acertada la imagen de la mirada que se reparte entre el camino que tenemos delante y el retrovisor para avanzar de manera correcta. Yo recuerdo una frase clásica (no se quien es su autor) que nos compara a pequeños enanos que avanzamos a hombros de gigantes, que son todos aquellos grandes hombres que nos han precedido, y que nos permiten ver más allá de nuestras limitaciones. Me parece una imagen hermosa.
Sobre la cuestión de si mirar hacia adentro, afuera, arriba...yo creo que depende de la capacidad, la sensibilidad y la formación de cada uno. El poeta sabrá mirar hacia adentro, el hombre de ciencia mirará a su alrededor, el místico o el hombre de fe mirará hacia arriba, el filósofo quizá deberá mirar en todas direcciones...

Gracias por la reflexión y espero no haber simplificado demasiado el sentido del post.
Filo

Filo

carles p dijo...

Caro fratello,

No existe tal nuevo modelo. De hecho siempre estoy diciendo lo mismo. El personaje de esta historia -mi alter ego, claro, pero un poco despersonalizado- busca puntos de contacto entre referencias del pasado y del presente con objeto de encontrar el camino evolutivo que las une. Para ello se aleja lo suficiente como para abarcar en una sola mirada ambos mundos y hacer que la zona de separación disminuya. Cuanto más alejada se hace la mirada, más inclusiva resulta. Llega un punto en que la grieta, la separación, más que un objeto espacial cerrado, se percibe como un proceso en movimiento. Espero haber aclarado un poco la cosa ....

una abraçada
fp

carles p dijo...

Hola Filo,

La verdad es que tienes razón; mis posts se van volviendo más 'contundentes'.
Tu comentario sobre los grandes personajes que nos sirven de referencia es acertadísimo. Lo malo es que en nuestros días los mass media han substituido tales personajes ejemplares por personajillos 'populares' y freaks que reinan durante un suspiro para ser substituidos por alguien aún más grotesco ...

Salutacions
Carles

Anónimo dijo...

Hola Carles:
Me sumo a los comentaristas anteriores con una gran dosis de humildad. Desde mi sencillo punto de vista de "contempladora", tus pensamientos son enriquecedores, llevándome a replantear la mirada estética en la que me muevo.Ese balanceo de observación que propones me parece lo más sano y, por decirlo de alguna manera, pragmático, para lograr movernos en un terreno no destructivo, ni nostálgico, si no constructivo de una visión más profética que ayude a elaborar una cosmogonía, acorde con un tiempo nuevo y esperanzador.
Gracias por tu maestría.
Rosa.

Anónimo dijo...

Hola Rosa,

Todos somos maestros y discípulos a la vez.

La montaña azul fluye
el río marrón se congela:
la nieve blanca todo lo cubre

Carles