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viernes, 4 de mayo de 2018

Substantia



            Sigo leyendo a Byung-Chul Han. Y me sigue pareciendo un sintetizador excepcional de nuestro momento histórico. También me sigue pareciendo que todas sus reflexiones parecen encaminadas a concluir que estamos en un momento particularmente malo de la historia y, por consiguiente, lo mejor que podríamos hacer es frenar, poner la marcha atrás y salir de este callejón (¿sin salida?) para ir a otro sitio (¿nuestro pasado?). Supongo que Han nos incita a reflexionar, rebelarnos contra el estado de cosas y abrazar una filosofía a-temporal (todavía no he leído su libro sobre la filosofía Zen, pero puedo casi anticipar esta posibilidad). Me gustaría más que Han fuera capaz de un ascenso dialéctico y abogase por un Zen del futuro, con elementos de la cultura occidental de la que por otra parte él es buen conocedor. ¡Cuántas veces he oído –y contrareplicado- manifestar la creencia de que la filosofía de Oriente no sirve para arreglar el mundo porque debido a su pasividad lo deja invariante! Esta idea es absolutamente occidental. Desde Oriente se puede argüir con idéntica facilidad que la filosofía de Occidente no hace más que crear necesidades e ilusiones. Me parece absolutamente necesario que la filosofía de nuestro tiempo y del futuro próximo supere esta dialéctica. Las culturas oriental y occidental hace ya mucho tiempo que se encontraron y su fusión es un necesario proceso de lógica histórica. A este respecto acabo de leer también a Giles Lipovetsky, quien hace diez años analizaba los males pero también los aspectos positivos de nuestra época. Me pregunto si tales aspectos siguen siendo hoy en día vigentes. Para mi el problema más serio que presenta la visión postmoderna es la falta de historicidad, la falta de dialéctica y de sentido evolutivo. Aplicada al mundo artístico, la postmodernidad precluye la existencia de vanguardias: todo ha sido ya dicho -todo ha sido descubierto- y lo único que nos cabe producir son combinaciones de elementos que se encuentran en la historia. Éste es el gran subproducto que la falta de grandes narrativas o de metanarrativas acarrea. Leo en la entrada catalana de la Viquipèdia (¡en la Wikipedia en castellano el artículo en cuestión ni existe!) que la postmodernidad consiste en una visión liberadora del mundo, una visión sin los trasfondos paternalistas-sexistas-capitalistas propias de la modernidad, que propugna la libertad personal, la subjetividad individual y la revolución artística (¿!). Recomiendo la entrada de la Wikipedia inglesa para ahondar de forma seria sobre esta cuestión.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Carles:
Gracias a ti estoy interesándome en Han. Intento sacar el máximo provecho de "La sociedad de la transparencia" que ya me ha servido en algún caso para aclarar conceptos. Choco, sin embargo con escollos debidos probablemente a la traducción. La palabra "transparencia" me rechina, pues para mí la transparencia sería algo sutil y espiritual; el velo que cubre misteriosamente la realidad más cruda, y no al revés. Este tema ya apareció hace unos años cuando estaba haciendo mi doctorado, en que se habló en la Facultad de la falta de relieve de la representación; en la televisión y el cine actuales, incluso en la plástica,donde todo aparece plano, como un cromo coloreado y sin profundidad.
Sí, esa falta de profundidad es lo que mata cualquier intento de comprensión de lo intrínseco, que en realidad ya no nos interesa. Sólo la superficie más grosera y ciertamente pornográfica. Espero que coincidamos. Rosa.

carles p dijo...

Hola Rosa,

Estoy totalmente de acuerdo contigo: el término "transparencia" es muy poco afortunado, aunque no es un problema aparente de traducción como se desprende del propio título ("Transparenzgesellschaft"). Para mi transparente se asemejaria más bien a cristalino (como la música de Stravinsky). Aunque el concepto al que se refiere Han está muy claro.
Una abraçada
Carles