En varias ocasiones se ha utilizado el
concepto de las percepciones del espacio y del tiempo para caracterizar una época
(Jean Gebser) y elaborar una dinámica de la evolución en base a las
modificaciones que tal percepción ha ido sufriendo a lo largo de los siglos. Según
el modelo de Gebser la aparición de la perspectiva en la representación
pictórica va asociada con el cambio de paradigma que supone el inicio de la
Modernidad occidental en el período renacentista. La perspectiva pone un orden
típicamente racional entre los elementos que ocupan el espacio. Pasamos con
ella de la percepción anterior “pequeño-mediano-grande” que aparece en la
pintura románica o en las representaciones de la Antigüedad (que atendía mayormente
a la significación/simbolismo del personaje representado) a establecer un nexo
de unión más elaborado entre los pobladores de tal espacio. La perspectiva
ofrece así una estructura mental-espacial en la que lo percibido depende tanto
de sus dimensiones como de nuestro punto de vista, traduciéndose de manera
correspondiente con las representaciones pictóricas bidimensionales. Existen
fundamentalmente dos tipos de perspectivas: las axonométricas y las cónicas. En
las primeras las proporciones de los objetos representados guardan una relación
entre ellas que no depende de la posición del observador (se podría considerar
que ofrecen una vista “desde el infinito”). En eso se asemejaría a la visión
idealista (platoniana, no hegeliana) en la que la mente es capaz de aprehender
el mundo sin participar de él (curiosamente, este tipo de visión se denomina
ahora en filosofía realista). En las
perspectivas cónicas la imagen representada deforma sus proporciones de acuerdo
con el punto de vista del observador, de manera que ahora la perspectiva
depende en gran medida del punto de vista de tal espectador. Las líneas que en
el espacio tridimensional son paralelas aparecen ahora como líneas que
convergen en un punto infinito -el llamado punto
de fuga- de manera que se ha invertido el rol de sujeto/objeto propiciado
por la perspectiva axonométrica. Si allá era el observador quien se situaba en
una posición idealmente infinita ahora el observador proyecta hacia el infinito
la invarianza de proporciones tridimensionales. La perspectiva cónica admite
además puntos de fuga adicionales (tantos como dimensiones queremos
representar). Los dos tipos de proyección que describo corresponderían
respectivamente a la visión racional pura (Platón, Descartes) y al giro
copernicano propiciado por Kant. En nuestro momento se hace del todo necesario
añadir complejidad a este símil y tendríamos que hablar, además de
multiperspectivas, de representaciones (tridimensionales) de objetos
tetradimensionales. Ahí lo dejo…
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