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jueves, 2 de noviembre de 2006

Uniformes

Los uniformes unen a los miembros de cierta corporación, pero también los separan de los miembros de otras corporaciones. En algunas ocasiones esta separación se hace imperativa. Un ejemplo lo encontramos en el mundo del espectáculo. El hecho de que normalmente en el entorno de los conciertos los intérpretes se presenten ante el público con un atuendo que los distinga del mismo refleja la condición perspectival por la cual intérprete y público se hallan en distintos ángulos de tal perspectiva, el extremo emisor y el extremo receptor. Ello no significa que un punto de vista sea el activo y el otro el pasivo; ambos son activos a su manera, ambos poseen diferentes modos de percepción Cuando el número de intérpretes se eleva, el uniforme tiende no sólo a separarlos del público, sino también a unirlos corporativamente, igual que la afinación común tiende a unirlos en un único sistema acústico. Hace treinta años, siguiendo cierta mentalidad de la época, en ocasiones se ofrecían conciertos en los que los intérpretes lucían ropa informal, como el público. Esto parecía tan poco natural como lo que me ocurrió hace unos veinte años, cuando en un concierto privado y mientras saludaba observé, con cierta sorna, que el público, al igual que yo, lucía smokings y trajes de noche. El hecho de separar por medio de uniformes, sin embargo, también se ha aplicado, con mucho éxito por cierto, en actividades menos benéficas hablando en términos generales. Así, en el campo de batalla, antiguamente, el uniforme ofrecía, a rápido golpe de vista, la información necesaria para poder decidir entre la actitud amiga ó la enemiga, ensalzando de tal manera las fronteras territoriales ó tribales y ocultando las más profundas, ensalzando una vez más, por tanto, la renoiriana gran ilusión. La sublimación de esta actividad viene constituida por los deportes de equipo, que también agrupan y separan, pero en un marco que, al menos en teoría, debiera resultar más recreativo y distendido. Llevado hasta su extremo el uniforme puede también convertirse en la expresión de un cliché, que como siempre bloquea toda posibilidad de experiencia ulterior.

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