Vistas de página en total

viernes, 27 de julio de 2007

El relojero suizo


¿Quiere que la próxima escucha de los Valses Nobles y Sentimentales, el Concierto en Sol ó L'Enfant et les Sortilèges le generen cierto grado de amargura? El resumen que transcribo está sacado de un número del año 2001 del rotativo The Guardian. Es una investigación periodística que intenta relacionar dos hechos: la casa-museo Ravel en Montfort-l'Amaury se está viniendo abajo por falta de inversión, y Boléro sigue siendo una de las piezas de música sinfónica más ejecutadas (se calcula que cada 15 minutos, en algún lugar del planeta, en su forma original ó en cualquier arreglo, está generando derechos de autor). Transcribo:

Cuando Maurice Ravel falleció en 1937, tras una operación cerebral realizada in extremis con objeto de mejorar la enfermedad degenerativa que le impedía seguir componiendo, dejó todas sus pertenencias y derechos a su único hermano Edouard, quien convirtió la casa de Montfort-l’Amaury que había ocupado durante tantos años el maestro en un museo. Todo fue tal como se había previsto hasta que en 1954 Edouard y su esposa sufrieron un grave accidente de automóvil. Como necesitaban ayuda en sus quehaceres diarios, contrataron a una pareja, formada por Jeanne Taverne, enfermera de 48 años, y su marido Alexandre Taverne, que hacía de chofer. Cuando la esposa de Edouard, dos años más tarde, falleció, la pareja se instaló en el domicilio. En 1957 Edouard Ravel hizo un viaje a París para conmemorar el 20º aniversario del fallecimiento de su hermano y, para la satisfacción general, anunció su intención de ceder el 80 % de los derechos del compositor a la ciudad de París, con la idea de poner en marcha algo así como un Premio Nobel de la música.
Pero de vuelta a casa, por razones harto sospechosas, declaró a Jeanne Taverne como su única heredera. No le pudieron hacer cambiar de parecer ni siquiera las súplicas del propietario de Durand, principal editorial de la música de Ravel.
Mientras tanto, el director de la SACEM (la sociedad de autores francesa), Jean-Jacques Lemoine, observaba de cerca estas maquinaciones. Sabía perfectamente el valor de Ravel, que era entonces el autor que más ingresos generaba en toda la institución. Eduard murió en 1960, dejando tras él una amarga batalla legal entre los Taverne y los parientes suizos de Ravel (el padre de Maurice y Edouard era de origen suizo). Durante el tiempo que duró el proceso (unos 10 años) Lemoine, astutamente, congeló todos los ingresos a favor de Ravel. Cuando en 1970 el más alto tribunal de apelación de Francia dictó a favor de Alexandre Taverne (Jeanne había muerto en 1964), el antiguo chofer recogió la bonita suma de 3,6 millones de libras esterlinas. Pero la cosa no acaba aquí. En aquella época, más o menos, Lemoine renunció inesperadamente a su puesto en la SACEM para fundar un gabinete privado. Su primer cliente no fue otro que Alexander Taverne. No satisfechos con los ingresos percibidos, Taverne y Lemoine intentaron pescar también una parte substancial de los derechos del editor. Llevaron al propietario de Durand Editions, René Dommange, a los tribunales, pidiéndole que reescribiera sus contratos originales con Ravel, que otorgaban en la mayoría de los casos el 75 % de los derechos al editor en vez del acostumbrado 33 %. Dommange, que contaba entonces ochenta y tantos años de edad, no se sintió con fuerzas para luchar y cedió con facilidad. Cuando Taverne, que por entonces se había casado de nuevo, tuvo en sus manos todos los contratos originales, los reescribió junto con Lemoine y ambos se dividieron los derechos de autor debidos a grabaciones. Lemoine creó una compañía (Arima: Agencia Internacional de Management de Derechos de Autor) expresamente para tal fin. De forma todavía no explicada, en 1972, Alexandre y Georgette Taverne cedieron una parte de sus derechos a Arima. En la actualidad, los supervivientes de la familia Taverne, Georgette y su hija, declararon en 2000 a Le Point que no habían recibido un céntimo de los derechos de Ravel desde hacía mucho tiempo. Según ellas, es Lemoine –ahora por encima de 90 años y residiendo en Mónaco- el único perceptor de las millonarias rentas (que solo en los últimos 25 años se sitúan alrededor de los 30 millones de libras esterlinas), aunque esta afirmación es contestada por el propietario hasta 1982 de Durand Editions, Jean_Manuel Scarano, quien afirma que las Taverne se siguen beneficiando generosamente del talento de Ravel. Arima tiene su base en Gibraltar –más tarde, en las British Virgin Islands-, y son propietarias 3 compañías (Dunsmoor Ltd., Greenford Holdings y Anglo Swiss Directors Ltd, sobre las cuales nadie parece saber nada.

¿A que después de leer esto, la música del que Stravinsky apelara el relojero suizo suena más tristemente?

No hay comentarios: