Uno de los impulsos que el ser humano ha ido desarrollando de acuerdo con su grado de evolución lo constituye su tendencia a la apertura a niveles superiores, a la trascendencia, en suma. Sea cual fuere su esencia originaria (una necesidad psíquica que se va desplegando de forma natural o simplemente el miedo a la muerte ó al sufrimiento), la tendencia existe y ha existido a lo largo de la historia. Y cada sociedad ó civilización la ha incorporado a sus estructuras ateniendo a diversos factores culturales hasta modelar un manual de uso para todos los miembros de la tribu. Esto es válido desde la etapa inicial en que la magia llega a configurarse como el elemento cohesionador, durante la etapa en que los mitos ocupan tal espacio y hasta la época mental en que las religiones reveladas, con sus maestros espirituales hacen su aparición. Llega un momento en la historia en el cual la propia expansión de las civilizaciones (pienso especialmente en la occidental) hace que éstas se lleguen a poner en contacto físico. Es la época Moderna. Entonces las religiones se llegan a considerar verdades absolutas incompatibles entre sí. De la misma forma se considera que hay civilizaciones superiores a otras. Es la época de la expansión colonial y de las guerras de religión, hechos muy relacionados entre sí. La Ilustración, y posteriormente el S XIX, se encargarían de dar la vuelta al tema: las religiones no corresponden a verdades absolutas (puesto que pasa a ocupar la ciencia), sino a formas de explotación ó folklores primitivos. El retorno a la espiritualidad que se observa ya desde principios del S XX corresponde con un cambio de actitud: las religiones son manifestaciones culturales del impulso trascendente que cada civilización ha modelado de acuerdo con sus características particulares. Es la visión postmoderna. Los individuos más evolucionados desde el punto de vista espiritual (por ejemplo, los místicos de cualquier tradición) en muchas ocasiones han prescindido de las religiones. Se han situado, avant la lettre, en un estadio mucho más avanzado de lo que han hecho el resto de sus compañeros de tribu, por encima de su bagaje cultural. Jung proclamaba que un occidental nunca puede ser un auténtico budista. Es posible. Pero las diversas experiencias trascendentes se hallan por encima de las diferentes manifestaciones culturales. Es el paso a otro estadio de conciencia.
Vistas de página en total
domingo, 9 de septiembre de 2007
Trascendencia
Uno de los impulsos que el ser humano ha ido desarrollando de acuerdo con su grado de evolución lo constituye su tendencia a la apertura a niveles superiores, a la trascendencia, en suma. Sea cual fuere su esencia originaria (una necesidad psíquica que se va desplegando de forma natural o simplemente el miedo a la muerte ó al sufrimiento), la tendencia existe y ha existido a lo largo de la historia. Y cada sociedad ó civilización la ha incorporado a sus estructuras ateniendo a diversos factores culturales hasta modelar un manual de uso para todos los miembros de la tribu. Esto es válido desde la etapa inicial en que la magia llega a configurarse como el elemento cohesionador, durante la etapa en que los mitos ocupan tal espacio y hasta la época mental en que las religiones reveladas, con sus maestros espirituales hacen su aparición. Llega un momento en la historia en el cual la propia expansión de las civilizaciones (pienso especialmente en la occidental) hace que éstas se lleguen a poner en contacto físico. Es la época Moderna. Entonces las religiones se llegan a considerar verdades absolutas incompatibles entre sí. De la misma forma se considera que hay civilizaciones superiores a otras. Es la época de la expansión colonial y de las guerras de religión, hechos muy relacionados entre sí. La Ilustración, y posteriormente el S XIX, se encargarían de dar la vuelta al tema: las religiones no corresponden a verdades absolutas (puesto que pasa a ocupar la ciencia), sino a formas de explotación ó folklores primitivos. El retorno a la espiritualidad que se observa ya desde principios del S XX corresponde con un cambio de actitud: las religiones son manifestaciones culturales del impulso trascendente que cada civilización ha modelado de acuerdo con sus características particulares. Es la visión postmoderna. Los individuos más evolucionados desde el punto de vista espiritual (por ejemplo, los místicos de cualquier tradición) en muchas ocasiones han prescindido de las religiones. Se han situado, avant la lettre, en un estadio mucho más avanzado de lo que han hecho el resto de sus compañeros de tribu, por encima de su bagaje cultural. Jung proclamaba que un occidental nunca puede ser un auténtico budista. Es posible. Pero las diversas experiencias trascendentes se hallan por encima de las diferentes manifestaciones culturales. Es el paso a otro estadio de conciencia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Saludos de un místico ateo. Excelente este blog.
Saludos y muchas gracias; celebro que mis apresurados escritos le sirvan de algo a alguien.
Publicar un comentario