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lunes, 2 de agosto de 2010

Día y Noche




                    La noche, o más bien la oposición entre el día y la noche, ha sido un tema recurrente en la literatura de todos los tiempos y culturas. El día viene a representar lo que el sol, esto es, la racionalidad, el intelecto, la consciencia de la vigilia, lo des-cubierto, mientras que la noche retiene las características de la intuición, el sentimiento, lo inconsciente, lo oculto. El día presenta las características de la masculinidad mientras que la noche presenta las de la feminidad. Evidentemente que no hay día sin noche ni noche sin día: tal eterna alternancia forma la bases de nuestra propia percepción de la polaridad. La noche representaría por tanto, desde cierto punto de vista muy concreto, el repositorio que alberga todas las posibilidades (que solamente se nos aparecen en la zona transmental una vez cesa la luz) ó una parte mayoritaria de ellas (el inconsciente junguiano), siendo entonces el día la exigua fracción disponible para la racionalidad ó incluso para nuestros menesteres cotidianos. Pero la noche alberga también el sentido de la preracionalidad –y de hecho el inconsciente junguiano puede también encajar en este apartado- menos evolucionada. La noche es el medio ideal en que el adolescente se mueve a sus anchas, evitando a la vez la niñez evidentemente regresiva y el mundo solar adulto. La noche es también la zona propia de Dionisos, que tiende a dejar a Apolo la zona del sol. Evidentemente que los instintos tienen que dejarse fluir, pero canalizados a través del correspondiente nivel evolutivo. La noche alberga, pues, tanto terrenos trans- como pre-mentales. En el II acto del wagneriano Tristan und Isolde el desarrollo amoroso tiene lugar durante la noche –fuera de la ley del día-, y al amanecer, con la aparición del rey Marke y el traidor Melot, Tristan murmura:


-El triste día, ¡por última vez!

El príncipe desconocido del pucciniano Turandot reta a la vengativa princesa a averiguar su nombre antes del alba para obtener su persona, siendo su muerte la contrapartida. Aquí la noche se asocia con lo oculto, que guarda su atracción hasta su des-cubrimiento con la llegada del sol. Un siglo antes de estas consideraciones, en la mozartiana Zauberflöte, asistimos a toda una correspondencia día/noche basada en los valores de la Ilustración –a través de la masonería de la época-. El proceso de evolución de Pamina/Tamino desde el reino infantil de la fantasía, regentado por la Reina de la Noche, hasta el reino de la sabiduría, regentado por Sarastro, es el tema central de la ópera. Tres cuartos de siglo antes que Tristan, Sarastro observa al final de la obra:

-Los rayos del sol ahuyentan la noche
y destruyen el diabólico poder del hipócrita.

No olvidemos, a pesar de todo, que las polaridades –como la representada por los conceptos de noche/día- tienen su base en el lenguaje mítico. Para el lenguaje post-racional los términos de la polaridad tienen que haberse integrado hasta alcanzar un orden dimensional más complejo. Es lo que sucede en el film de los Hermanos Marx Animal Crackers. Mientras los elementos del surrealista trío están esperando para huir del salón que ha sido escenario de un robo uno de ellos abre una puerta de salida hacia un exterior que aparece nocturno y en plena tormenta. El inefable Harpo abre entonces la salida opuesta, a través de la que luce un bello día primaveral. ¡Ah, el sol de Florida! exclama Groucho mientras abandonan la estancia.

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