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sábado, 6 de noviembre de 2010

Falacias

            Gran parte de las contraposiciones e incluso dicotomías que nos aparecen como insolubles –estoy hablando de procesos mentales- se pueden reducir sin demasiada dificultad a los términos de una falsa comparación, es decir, una falacia. Durante años he oído decir (como quien descubre una verdad terrible) que los niños son, en realidad, unos seres malévolos. Los niños no son todavía adultos, por lo que no han sufrido toda la evolución moral propia de éstos. En todo caso, los seres malévolos puros que aparecen en los cuentos de hadas serían las proyecciones de la parte no evolucionada de los niños. Y la maldad que aparece en los adultos –Sócrates dixit- tiene mucho de inmadurez mal resuelta. Todos los asuntos de tipo El-Vaticano-contra-La-Ciencia (que últimamente han aumentado considerablemente en cuantía) se basan en criterios que proceden de niveles evolutivos diferentes (azul-contra-naranja según el modelo de Beck-Cowan) y ninguno de ellos capaz de superar la conciencia de segundo orden, es decir, la autoconciencia. El mundo de la ciencia se mueve dentro de unas estructuras de conocimiento más evolucionadas de lo que lo suele hacer el Vaticano pero tales estructuras también tienen sus límites, que dicho nivel naranja suele ignorar, tendiendo a pensar que lo abarcan todo. De ahí que el método científico sea una herramienta indispensable para juzgar los fenómenos vistos desde el nivel naranja. Este juicio nos inferirá un grado de certeza (read-out característico de la estructura racional). Si pretendemos validar un hecho observable que cae fuera de los paradigmas de nuestra ciencia bajo el punto de vista científico (recurriendo, evidentemente, a la estadística) caeremos en la falacia que describía al principio. Cuando aplicamos la estadística a la astrología, al efecto placebo ó a cualquiera de los siete experimentos de Sheldrake incurriremos en este error.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Carlos.
La bondad y la maldad forman una amalgama apretada, en cualquier estadio humano.Por citar un libro:El lazarillo de Tormes;en ocasiones la supervivencia es maldad y viceversa.Lo de Rosseau ya es más complejo de aceptar y vivir sin falacias casi imposible de conseguir.
Las estadísticas deben ser necesarias,suerte que existe el apartado: NS/NC .
saludos Susana

carles p dijo...

Hola Susana,

Gracias por tus comentarios. Evidentemente que la bondad y la maldad forman una amalgama apretada; yo diría más: uno de los términos constituye la sombra del otro.
Decía Mark Twain que existen grandes verdades, verdades a medias, mentiras, grandes mentiras y estadísticas. En realidad, la estadística no deja de ser un intento de racionalizar un futurible, de objetivar un algo que se describe mejor desde el punto de vista de la subjetividad.

Saludos