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viernes, 30 de mayo de 2014

Desidentificaciones



                    Tenemos una tendencia bastante generalizada a definirnos a través de nuestras desidentificaciones más que a través de nuestros gustos. La autodelimitación que marcamos así de nuestro yo quizás sea parecida a la que trazaríamos describiendo nuestras identificaciones pero la energía que consteliza esta frontera es diferente. Cuando hablamos de nuestro terreno conocido o amical lo hacemos con mucho gusto, como quien presenta a un miembro distinguido de su familia a unos amigos. Cuando, por el contrario, negamos cualquier relación con lo que nos es desconocido, añadimos una especie de gusto por el disgusto, subrayando así nuestra desidentificación. Y ello constituye todo un programa de vida. Si habláramos de lo que nos es ajeno o desconocido en términos de misterio, expectación o proyecto de futuro dejaríamos una puerta abierta al crecimiento, a la ampliación de límites. Cuando alguien dice “yo no como tal alimento porque en mi casa nunca se había comido” no se da cuenta de que muchos antepasados suyos rompieron esa regla, so pena de haberlo condenado a una alimentación muy limitada. En muchas ocasiones este tipo de frase se enuncia en plural (“nosotros nunca ….”), buscando en el corporativismo una especie de mítica protección del clan o la tribu. En nombre del crecimiento interior, la identificación oceánica y la ecología de las ideas es mejor definirse dejando abiertos nuestros límites (que son y siempre serán relativos, y de nosotros mismos dependerá su situación). De otra forma, corresmos el riesgo de atrofiarnos.

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