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viernes, 8 de enero de 2016

Boulez est mort


                 En 1952, un año después de la desaparición del fundador de dodecafonismo, el entonces joven Pierre Boulez publicó un opúsculo en la revista musical británica The Score en la que, más que homenajear a su antecesor, declaraba el alejamiento de su estética. La gran cuestión en la vida y obra de Schoenberg había sido la ruptura –en cierta manera, fallida- con la estética expresionista de la que había surgido la atonalidad. La fijación del dodecafonismo a mediados de los años 20 fue un hito mayor en este alejamiento pero no consiguió per se la superación de tal estética. Mientras que la música de Webern sí consiguió prender la mecha de la siguiente generación (e incluso reavivar la vieja; caso de Stravinsky) y la música de Berg quedó definitivamente ligada al expresionismo de entreguerras, la música de Schoenberg siempre osciló entre los dos mundos. En la época del artículo las primeras obras de Boulez ya habían impactado fuertemente en el mundo musical del momento. Era la vanguardia de Darmstadt, que execraba del neoclasicismo pero también del expresionismo. Boulez se constituyó rápidamente en su jefe de fila, imponiendo el serialismo como única forma “históricamente consecuente” del hacer musical del momento. Que Boulez fue uno de los grandes compositores de la historia no cabe la menor duda. Mirando retrospectivamente la producción de las vanguardias de los cincuentas su pieza Le Marteau sans Maître sigue pareciéndonos una de las más significativas y grandes del período. A pesar de los dictados del “Robespierre de la música”, sin embargo, en los propios años cincuenta-sesenta aparecieron vanguardias no necesariamente ligadas al serialismo (Xenakis y después Ligeti o Kagel). Más tarde, con el advenimiento de la postmodernidad, el propio Boulez adoptó estéticas mucho menos radicales generando obras mucho menos áridas y más fácilmente accesibles. De esta época me quedo con Rituel (1975), Répons (1981) y ...explosante-fixe... (1993), obra por la que siento una gran debilidad. En esa época Boulez fue identificado por el gran público como un director de orquesta exigente y poco convencional, como mostraron su paso por la New York Philarmonic (1972-1976) o la dirección de la famosa Tetralogia wagneriana del centenario en Bayreuth (1976). Personalmente considero a Boulez un buen director, pero no excepcional (él mismo decía que, comparada con la composición, la dirección ocupaba una posición secundaria en su carrera). A mediados de los setenta, con la fundación del IRCAM y, posteriormente, del Ensemble InterContemporain, la cultura oficial gala acabó reconociendo el genio de Boulez quien, fiel a sus orígenes estéticos, acaba de morir en su residencia habitual de Baden-Baden, cercana a su dorado Darmstadt de juventud. Muertos ya Stockhausen, Nono, Berio, Maderna, Pousseur y ahora Boulez poco queda ya de aquella agresiva y tonificante vanguardia que apareció a finales de los cuarenta, en un intento por parte de las autoridades de la recién fundada Bundesrepublik de superar el pasado cultural nazi.

4 comentarios:

Lluís P. dijo...

Dodecafonismo, expresionismo, neoclasicismo, serialismo, postmodernismo… realmente hay que estar muy ducho en la materia para incluir todos estos términos en un único párrafo y no perderse entre tanto concepto. Para mí, profano absoluto de la materia, Carles Puig nos marcar veladamente la línea divisoria para cada uno, facilitando la comprensión si uno consulta seguidamente el significado en la Wikipedia. Combinando lo que se aprende leyendo con la audición de la selección incluida en esta entrada al blog, la curiosidad del iniciado queda saciada.
En mi caso, los intentos de que el dodecafonismo me produzca placer han sido infructuosos, pero los he substituido por la erudición del autor del Transcliché Metacorner, que me obliga a culturizarme para, así, redimirme del pecado de mi falta de sensibilidad musical hacia estos compositores.
Fratello, sigue creando textos que nos conminan a “picar piedra” (consultas bibliográficas, audiciones, etc…) para seguir el hilo de tu exposición. Cuando entiendes un porcentaje significativo de lo que dices, el placer compensa sobradamente el esfuerzo.

Saludos,
fp

Anónimo dijo...

Hola Carles,
Enhorabuena por este post que me ha parecido una auténtica clase magistral que nos ayuda a conocer el sentido y el alcanze de la obra de P. Boulez, del cual incluso las personas que tenemos alguna formación musical apenas sabemos nada.
La música llamada clásica está tan llena de prejuicios y lugares comunes que llegar a conocer y entender las vanguardias del siglo XX requiere un auténtico interés y empeño personal que pocas personas habeis realizado.
Como es difícil o casi imposible entrar en esta música por la vía emocional debemos acercarnos a ella a través del análisis intelectual y la reflexión estética (que es lo que tu haces en tu artículo).
Cuando los profesores de música llegamos a las vanguardias del s.XX nos sentimos incómodos e inseguros sobre como explicar y presentar en clase estos compositores y su música (lo mas cómodo es explicar unos cuantos clichés o ignorarlos absolutamente)
Las audiciones que proponen los libros de texto suelen estar poco o mal comentadas y así no hay manera de hacerlas comprensibles y atractivas.
Yo,en estos casos, adopto una actitud digamos "sensacionalista" y elijo obras que presenten algún aspecto de extrema originalidad o provocación o que se puedan ilustrar con experiencias vitales del compositor o con hechos históricos relevantes. Intento,en definitiva, que mis alumnos tengan que escuchar "con los ojos bien abiertos".
Estos dias he leído una frase de D. Baremboim que me ha parecido muy hermosa y que seguramente tu la puedes apreciar mejor que cualquiera de nosotros. Ha dicho de P. Boulez que "sentia con la cabeza y pensaba con el corazón".
Si me permites acabar con una pregunta:¿porqué no has incluido a O. Messiaen en el grupo de compositores que influyeron en la época y en la biografia musical de P. Boulez?
Gràcies per la paciència. Filo

carles p dijo...

Fratello,

Mi única recomendación para que las músicas “difíciles”nde la segunda mitad del XX acaben produciéndote “placer” es que te acerques poco a poco a ellas, siempre a partir de músicas anteriores. Mediante este proceso por un lado tu "oído" se “acostumbra” a nuevas sonoridades y por otro tu "mente" se va abriendo a nuevos conocimientos (ya que la experiencia siempre modula nuestra mente). No me gusta personalizar directamente en el blog, pero lo haré por esta vez resumiendo mi viaje a través de la música “artística”:

-12 años: descubrimiento del hecho musical: piezas populares del clasicismo (Mozart, Beethoven), del barroco (Bach, Haendel) y del romanticismo (Tchaikovsky, Rimsky-Korsakov, Chopin). Debussy me sonaba a cuerno quemado (aunque intentaba escucharlo con simpatía porque sabía que acabaría entendiéndolo)

-15 años: Acercamiento progresivo hacia el romanticismo centroeuropeo más intransigente (Wagner, Liszt, Strauss). Los clásicos me parecían entonces “insípidos”

-17 años: redescubrimiento de los clásicos a través de una epifanía stravinskiana. Progresivo abandono de los románticos, aunque interés en el expresionismo

20 años: inicio de reconciliación (lenta) con los románticos (Brahms; Wagner todavía no). Descubrimiento de Messiaen y, a través suyo, acercamiento a las vanguardias post II guerra mundial

-40 años: reconciliación con Wagner (sin alaracas). Stravinsky y Beethoven (de quien profundizo en su música de cámara) se convierten en mis héroes. Amplios diálogos con Bach y Scarlatti

-50 años: después de muchos años de interpretar lieder de Schubert ¡por fin entiendo con un poco de profundidad a este compositor!

Ya ves, siempre se va aprendiendo algo, y no siempre en orden histórico…

Una abraçada
Fp

carles p dijo...

Hola Filo,

Gracias por tus aportaciones siempre tan ricas y tan vivas. Permite que discrepe un poco en cuanto a tu consideración respecto a los “afectos” de la música de la segunda mitad del XX. En muchos casos esta música puede provocar en nosotros emociones como cualquier tipo de música independientemente del hecho de que no tengan nada de sentimental (normalmente). Sé que en el caso de Stravinsky, Poulenc, Bartók o Messiaen, que no acostumbran tampoco a ser sentimentales, los ritmos y las melodías marcan nuestras emociones (en forma de secreciones de adrenalina, por ejemplo). Pero piensa en un compositor como Bach. No es sentimental, no tiene un sentido del ritmo particularmente apartado de su época, pero sus arquitecturas (es decir, sus “estructuras”), que también tienen un importante substrato intelectual, hacen presa en nuestra conciencia. Está muy bien tu práctica de hacer escuchar obras límite a tus alumnos. Como mínimo les haces conocer un mundo nuevo al que pueden o no aplicar.
De hecho no he pretendido hacer una lista de influencias sobre Boulez. Si existen dos influencias muy directas son Webern y Debussy (“Boulez webernizó a Debussy”, decían antes). Seguro que Messiaen también tuvo su influencia (el pistoletazo de salida de la escuela de Darmstadt lo dio Messiaen en 1949 con su “Mode de valeurs et intensités”). Pero Boulez siempre marcó cierta distancia estética (que no personal) con su exmaestro (siempre dijo que execraba de las obras de Messiaen que utilizaban las ondas martenot, llegando a calificar a Turangalîla como “música de burdel”). La fama de lengua viperina de Boulez llegó lejos, ya sabes...

Una abraçada
Carles