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lunes, 30 de julio de 2018

Perfección



        En aquella calurosa mañana de verano en que, para mayor penuria, los sistemas de climatización fallaban de forma intermitente haciendo la atmósfera aún más pesada, el administrativo S.P.M. se veía incapaz de trabajar. En realidad S.P.M. no trabajaba demasiado en ninguna ocasión, independientemente del clima, pero normalmente no tenía conciencia de ello. Se engañaba a sí mismo con tanta facilidad que nadie hubiera dicho que ganó su posición gracias a toda una serie de pruebas interminables y dilatadas en el tiempo que aseguraban que tan preciado trofeo se convirtiera en un lujo al alcance de muy pocos ciudadanos del reino. ¿Y cuál era la etiología y el sentido profundo del puesto de trabajo que tan flamantemente ocupaba S.P.M.? Según él, su trabajo –además de extenuante- era absolutamente clave para la homeostasis social. S.P.M. se dedicaba fundamentalmente a cotejar y, en su caso, ajustar los requerimientos que debían aplicarse a las normas que regulaban el correcto funcionamiento de las medidas de contingencia que se ponían en marcha cuando el sistema oscilaba más de una séptima parte de la desviación standard calculada teóricamente para el cotejo de los requerimientos de satisfacción social. Un trabajo, como solía decir el propio S.P.M., excitante. Durante la primera época de su experiencia laboral S.P.M. tenía, en ocasiones, que improvisar sobre la marcha y adaptar su trabajo a cualquier casuística. Pero en los últimos años el departamento correspondiente (en su caso, el de bienestar social) había puesto en marcha unos procedimientos que actuaban como masterfiles capaces de protocolizar cualquier contingencia. Toda la realidad tenía que estar contenida en tal documento (casi) definitivo. La identificación de cualquier caso que se situara fuera de tal cartografía ponía inmediatamente en marcha un plan de actualización de los procedimientos. Este plan conllevaba la reunión apremiante (aunque no necesariamente urgente) de todo un grupo de funcionarios especializados que decidían así sobre el futuro de las futuras realidades (también decidían si tales realidades eran en realidad reales o no). A fin de llevar un control riguroso de los resultados de su trabajo, S.P.M. debía, como todos sus compañeros, generar mensualmente los correspondientes informes ISO.2-324 y además, los ISO.3-426 cada trimestre y los ISO.6-538 anualmente. Todo parecía controlado y S.P.M. podía descansar tranquilo porque su contribución a la sociedad le generaba suficiente paz de conciencia como para descansar plácidamente cada noche para así poder llegar, al día siguiente, fresco a su mesa de trabajo. Y no era para menos. El material que manejaba y generaba S.P.M. no solo modelaba cualquier aspecto de la sociedad sino que, además, devorava todo lo que no parecía poder contener al principio, que acababa así incorporado al particular universo en el que S.P.M. y tantos otros, de forma consciente o inconsciente, vivían. Curiosamente, sin embargo, esta especie de cajón de sastre que todo lo acababa conteniendo se iba pareciendo cada vez más a un agujero negro –o más bien a un agujero gris- que devoraba, cual moderno Saturno, a sus hijos, especialmente a aquellos más díscolos. De esta manera el sistema siempre aseguraba que todo su contenido quedase convenientemente catalogado, taxonomizado, aceptado y digerido. Tal contenido constituía su Corpus de La Verdad. La diversidad era analizada e incorporada. Y la divergencia se intentaba digerir previamente a la incorporación. Si la digestión no se hacía posible se ponía en marcha el programa-anatema que reducía la divergencia a la no-existencia. Tal sacrificio era necesario en pos de la continuidad. Sí, el piadoso S.P.M. constituía un pequeño pero importante eslabón de un sistema perversamente modélico.

3 comentarios:

Lluís P. dijo...

Fratello,
Una vitriólica e hilarante exposición de lo absurdo que puede llegar a ser un puesto de trabajo. Y lo peor no es eso, lo peor es que cada vez abundan más... Por cierto, las siglas S.P.M. ¿hacen referencia a la persona “Sadoc Puro Masoc”, a “Salvo Perlas Método” o bien a “Servando Para Memez”?
Saludos,
fp

Xavier dijo...

Fratello, bona reflexió sobre les ansies de control i la el.liminació de la divergència en la societat. Malauradament cada cop va a més...sino mireu al voltant.

Respecte a les sigles S.P.M. estic tant intrigat com el Lluís ;-)

Salutacions

Xavier S.

carles p dijo...

Amics,

Gràcies pels vostres afalacs!
SPM és una sigla qualsevol...la que vaig pensar jo resulta tan vulgar com el personatge a qui representa.
Xavier, sigues benvingut al blog!
Carles