Es
evidente que uno de los cambios más acusados que caracteriza a nuestra época de
transición está conectado con nuestra percepción del tiempo. Esto ya lo puso de
manifiesto Jean Gebser cuando relacionó algunos desarrollos del arte (cubismo)
y la ciencia (relatividad) con esta nueva estructura de conciencia que él
calificó de “integral”. La relatividad coloca al tiempo –que deja de ser
absoluto- a la par de las coordenadas espaciales, mientras que el cubismo lo
engarza en una imagen pictórica -estática por naturaleza-. Los desarrollos que
incorporan y hacen transparente al tiempo abundan cada vez más en nuestro
entorno. Diríase que el deseo de querer hacer compatibles nuestras viejas y
nuestras nuevas concepciones nos ha llegado a hacer padecer algo que podemos
calificar como la patología del tiempo.
En unos conocidos versos de su obra dramática The rock el poeta Thomas Eliot se refiere a la pérdida que supone
el paso de la sabiduría al conocimiento, y del conocimiento a la información. Esta
especie de degradación que nos podría hacer pensar en el segundo principio de
la termodinámica se refiere básicamente a la pérdida de complejidad, a la
desestructuración, la descontextualización y, en última instancia, a la pérdida
de la concepción del tiempo-como-experiencia. Los bits de información son a-temporales
pero en el mal sentido del término: no contienen una estructura lo
suficientemente compleja como para tener relevancia por sí solos. Ninguna
narrativa puede construirse con estas piezas aisladas (y la narrativa
resultante del ensamblaje de tales piezas ¡resulta en el eterno epítome de la
postmodernidad!). El tiempo-experiencia puede conformar unos aglomerados muy
significativos que pueden definirse como el tiempo-como-evolución. Si algo nos
muestra el paso del tiempo –vivido u observado hacia el pasado- es la
percepción de un cambio. Incluso podemos decir que el tiempo es en realidad un
constructo mental a través del cual percibimos los cambios. En un entorno en el
que nada cambia, el tiempo parece detenido. El tiempo es en realidad, por
tanto, la experiencia del paso del tiempo. Y la experiencia trans-temporal es
significativamente diferente de la experiencia a-temporal que Byung-Chul-Han
tanto critica cuando habla de la red y que a mis ojos aparece como un ejemplo
más de la falacia pre- trans-.
No hay comentarios:
Publicar un comentario