En 2008 se publicó un ahora famoso
artículo en el que se re-visita el aforismo de George Box –y de algunos
estadísticos anteriores- que afirma que todos los modelos usados por la ciencia
–desde la biología hasta la psicología, pasando por la sociología y la física– son
falsos, aunque algunos son muy útiles. Esta idea se ha visto reforzada gracias
a la actividad correlacionadora que ofrece el Big Data. Es decir, que el propio método científico a través del
cual se generan hipótesis que luego se contrastan experimentalmente se ve
cuestionado por la petagígica nube. Según las corporaciones de Big Data la generación de modelos ya no
es necesaria. Los modelos siempre acaban fallando, al contrario que las
correlaciones. ¿Quién dice que los filósofos no son ya necesarios? ¡Lo son más
que nunca! Es evidente que se trata de un enunciado falaz, y no precisamente
porque el método científico sea infalible sino porque la ausencia de modelo que
reivindica el Big Data no es tal. Existe un modelo implícito que, por omnipresente
y rutinario, ha acabado transparentando y está por este motivo epistemológicamente
camuflado. La afirmación sobre los modelos presenta un notable isomorfismo con los
enunciados básicos de la Postmodernidad: No
existen verdades absolutas. No existen; pero el anunciado, por contenerse a
sí mismo, se sitúa fuera de la lógica aristotélico-cartesiana: las conclusiones
postmodernas son ciertas, pero no se pueden
aplicar en absoluto dentro de un ámbito anterior (es decir, moderno). El
hecho de querer hacer de una correlación estadística una verdad universal es
como hacer una religión del enunciado Todas
las religiones son falsas o pretender que los modelos científicos se
transforman, a base de años, en dogmas de fe universales. Los modelos no son
más que narrativas que van
evolucionando y se adaptan así a las contingencias de cada momento histórico. Los
modelos del día de hoy son los de la complejidad, que gran parte del mundo
científico todavía no ha comprendido. Y esto que aplica al mundo de la ciencia
aplica también al mundo de la espiritualidad y al mundo del arte. Hay que
recelar siempre de los poseedores de la verdad absoluta, sean quienes sean.
Aunque se trate de la hoy omnipresente y omnipotente petagígica nube.
2 comentarios:
Fratello,
hay dos frases "absolutas" en tu texto: "Los modelos no son más que narrativas que van evolucionando y se adaptan así a las contingencias de cada momento histórico." y "Hay que recelar siempre de los poseedores de la verdad absoluta, sean quienes sean." A partir de ahí, se puede hablar y discutir lo que se quiera, pero será difícil rebatir mis entrecomillados de tu entrada.
Además, el Big Data no creo que esté por la epistemología, más bien por cubrirse de oro con la venta de los peta-tera-giga millones de datos que posee y que vende al mejor postor, del político al vendedor de loción capilar.
Es de agradecer tu papel de guardián de la opinión crítica ante el aborregamiento al que parece que estemos todos destinados.
Totus tuus,
fp
Por descontado que a la primera frase a que aludes le falta el consiguiente “en mi opinión, los modelos no son más que …” (bueno, es mi opinión y la de la mayor parte de epistemólogos actuales: no he inventado nada nuevo; tan sólo transcribo y resumo). La segunda frase se explica por sí sola y alude a los pontífices (de la iglesia, de la ciencia o desde donde sea que se ejerza un poder). El Big Data está sobre todo por el dinero pero también –más peligroso aun- por el poder y es así que tenemos el deber de mapear nuestra realidad (empezando por nuestra propia mente) per treure’n cinc cèntims de tot l’entrellat …
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