¿Debemos desligar a un creador de su obra o más bien considerar autor y creación como un todo orgánico? Evidentemente, se trata de una cuestión abierta que cada uno puede responder según su modo de sentir. Algunas personas cuestionan a un autor –cuya obra admiten aisladamente sin discusión- debido al débil perfil ético de su trayectoria personal. En principio nos parece que una época, un autor y una obra deberían ir a la par en todos sus aspectos. Van ciertamente a la par en lo que atañe a su weltanschauung pero en lo que atañe en las trayectorias personales se dan todas las combinaciones. Cuando hablo de creadores me estoy refiriendo a artistas y científicos, y en menor grado a filósofos. Evidentemente, los maestros espirituales, pandits y gurús han de practicar sus enseñanzas con el ejemplo. En el caso del arte y la ciencia, las cuestiones éticas no están siempre representadas. Quien hace al arte y a la ciencia éticos son los artistas y los científicos. Durante el Romanticismo los artistas tendían a verse a sí mismos como héroes luchando contra enemigos de todo tipo y saliendo victoriosos. Esto es cierto tanto para Liszt, quien confiesa por escrito que una determinada noche no ha necesitado rezar antes de dormir porque ha pasado por la cama de cierta condesa y ha visto el cielo –cosa que, por otra parte, le ha inspirado cierta sonatina pianística- como para su yerno Wagner, que se veía a sí mismo como un liberador del mundo frente a los epígonos reaccionarios e impuros (¿se estaría refiriendo a los mismos sujetos que en su panfleto El judaísmo en música?). Los artistas clásicos –los que no buscan sino encuentran- no piensan de sí mismos que son los protagonistas de una novela épica, sino de una oda o de una entrada de enciclopedia que se reescribe continuamente. En muchísimos casos tanto el artista como el científico sacrifican su vida personal en pos de su obra. Esta resolución, evidentemente, no satisface a los miembros de su entorno e incluso genera reticencias en cuanto a la figura del interesado. Si el interesado es una mujer, las reticencias son aún mayores, así como las dificultades para compaginar ambas vivencias. Quizá Picasso, Einstein o Chaplin no hicieron felices a los seres con los que convivieron, pero sí que hicieron felices a millones de personas a las que no conocieron, y eso también tiene un gran valor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario