Sólo
con mencionar su nombre todos se arrodillan: el profano, el entendido, el
aficionado, el profesional, el anticuado y el que está à la page.
Inteligencia artificial. IA. AI (mejor). Como siempre, debo aclarar que no
tengo nada en contra del progreso. Muy al contrario. Todo lo que represente un
paso adelante (o, mejor dicho, un paso atrás con la finalidad de ver con más
perspectiva) me resulta particularmente refrescante. Pero si lo único que
hacemos es incorporar una nueva herramienta para seguir mirando lo mismo, el
resultado es, invariablemente, falaz o inapropiado. Si no hacemos el esfuerzo
de mirar con una perspectiva aumentada (y no sólo aumentada con la distancia
sino sobre todo con el orden dimensional) acabamos creando un falso ídolo; un becerro
de oro actualizado. La inteligencia artificial tiende a hacernos creer que sólo
existe un paradigma válido al que llamamos realidad, mientras que, por
otra parte, hace de espejito mágico con que satisfacer nuestro pobrecito
irritado ego. Desde este punto de vista,
la AI es parte de la postmodernidad de la esfera tecnológico-científica.
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